El director Cultural e Institucional de la Fundación El Libro, entidad organizadora de la Feria, habla de los impedimentos con que se encuentra la realización del mayor suceso cultural del año en la Argentina, de las posibilidades alternativas que se están evaluando y que aún no están confirmadas y de la difícil situación del sector editorial.
El año pasado, hubo una versión virtual de la Feria que, por supuesto, no alcanzó para ser un estímulo económico significativo para la industria editorial cuya situación es crítica desde hace tiempo. Este año ningún indicio permite deducir que la Feria pueda volver a su formato tradicional, aunque algunos medios han anunciado formas alternativas de realización.
Para saber cuál es el panorama, Tiempo Argentino dialogó con Oche Califa, director Institucional y Cultural de la Fundación El Libro, entidad que agrupa a diversas instituciones relacionadas con el sector editorial y organizadora de la Feria.
–El año pasado la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires no se realizó debido a la pandemia. Leí en algunos medios que hay ya un plan alternativo. ¿Es realmente así? ¿Cuáles son las novedades para este año?
-No, no hay novedades en ese sentido. Nosotros hemos sacado dos comunicados dirigidos a los expositores. Uno fue en enero y el otro, la semana pasada. Allí les contamos que permanecemos en gestiones con la Rural y que estamos en expectativa frente a la situación que manda, que es la pandemia más las decisiones que vayan tomando los gobiernos sobre la posibilidad de realizar actividades que impliquen la concentración de mucha gente. Hoy está claro que la Feria no se puede hacer porque los protocolos lo impiden. Si quisiéramos hacerla mañana, no podríamos, porque eso va más allá de nuestra decisión.
-Pero ciertos medios hablan de un plan B muy concreto: hacer una feria chica en abril y otra más grande a fin de año.
-En esa gestión estamos, no es que la información haya sido inventada, pero no hay nada concreto. La situación no está definida aún por la ciudad de Buenos Aires, por lo que no se puede decir nada de manera tajante, hay que hablar en potencial. Por supuesto que nosotros lo queremos hacer porque la feria de diciembre fue muy buena, pero hasta hoy lo único cierto es que la situación de la Feria del Libro de Buenos Aires no está resuelta. Por supuesto, tal como les comunicamos a los expositores, la fecha tradicional para la realización de la Feria que es en la última semana de abril y las primeras de mayo, ya nos juega en contra. Hay que pensar, por ejemplo, que en este momento no hay vuelos internacionales que permitan traer invitados extranjeros, no hay un protocolo que lo autorice. Esto es lo que sucede hoy. Mañana esta situación puede cambiar, pero eso no lo sabemos. Lo que se informó en los comunicados a los expositores no es más que eso, además de la renovación de las autoridades de la Fundación.
-Se renuevan cada dos años ¿no es así? El flamante presidente es ahora Ariel Granica.
-Sí, se renuevan cada dos años y no solo cambia el presidente, sino que hay cambios en todos los cargos: el vicepresidente, el tesorero, el secretario… Creo que no hay mucho más, porque todo lo que se diga son pareceres, potencialidades, nada concreto. Aunque los medios buscan una nota, creo que no hay nota. Ojalá tengamos material para una nota a la brevedad referida a algunas de las acciones que venimos proyectando para este primer semestre. Por supuesto que no vamos a quedarnos quietos si no tenemos Feria Internacional del Libro, algunas otras cosas vamos a hacer.
-¿Y cuáles son esas acciones?
-En este momento las estamos definiendo y espero que muy pronto tengamos algo en firme. En ese momento, lo comunicaremos.
-¿Descartan la posibilidad de hacer una Feria del Libro virtual como el año pasado?
-No, está dentro de las posibilidades, pero lo que pasa es que para nosotros la Feria virtual es una pérdida de dinero. Hacer una feria virtual en la que no hay ingreso de recursos, sino solo salida es difícil para nuestra institución. Por supuesto que nos gustaría, ayudaría mucho al sector, dinamizaría la circulación de novedades y la circulación de personas en las librerías y muchas cosas más, pero a la Fundación El Libro no le entra un peso por todo eso, lo cual es un problema. De todos modos, vamos a hacer actividades virtuales porque es lo que efectivamente podemos hacer. Lo que hicimos el año pasado fue salir en medio de la urgencia y el desconcierto. Este año lo estamos evaluando.
-¿La elección de un nuevo presidente puede significar un cambio en las políticas de la institución?
-Las nuevas conducciones siempre reelaboran las líneas de trabajo, continúa con algunas cosas, renuevan otras. Pero las grandes estrategias de trabajo relacionadas con la promoción del libro y la lectura no están en discusión. A nadie se le ocurriría, por ejemplo, no hacer más la Feria. Las nuevas autoridades asumieron hace unos pocos días y están, como todos, en medio de una situación imprevisible en la que, por un lado, estamos gestionando y, por otro, a la expectativa. Desde la dirección tratamos de hacer cosas que nos mantengan en actividades y de manera visible. Queremos que el sector del libro vea que nos ocupamos y nos preocupamos por él.
–El sector tuvo una caída estrepitosa el año pasado y supongo que eso no se soluciona mágicamente, pero tengo la sensación de que se ha comenzado a editar más en comparación con el año pasado. ¿Es así?
-Sí, es que no queda otra porque en la parálisis no se puede seguir. Por otro lado, las librerías están abiertas, ha habido un aumento en la circulación social y hay algunas actividades culturales que son imprescindibles dentro del ecosistema de la cultura porque nos alimentamos mutuamente. Me refiero al cine, al teatro, a algún otro tipo de evento. Eso anima un poco la situación que, de todos modos, sigue siendo muy difícil. Creo que falta poco para que se presente el informe de la Cámara Argentina del Libro que tiene el registro de ISBN. En ese momento sabremos cuánto ha significado la salida de novedades y si se ha podido mantener el promedio de tirada inicial. Pero la situación está débil, sobre todo en las superficies de libreras de gran circulación comercial precisamente porque no hay una alta circulación comercial. Me refiero a las librerías que están en shoppings o en avenidas. Eso repercute en los editores en el lanzamiento de novedades y, sobre todo, en el hecho de mantener un promedio de tirada más o menos razonable. Además, no se pueden hacer en una sala o en un teatro presentaciones de libros ni otro tipo de actividades relacionadas con el sector. Todo eso está muy limitado. Por otra parte, la producción del libro argentino tiene una gran gravitación en los países cercanos y si se cierra la frontera con Paraguay, con Brasil y está difícil la circulación con Uruguay y Chile, es fácil deducir cuánto se perjudica el sector. Lo mismo pasa con Perú, que es un mercado muy bueno, con Colombia y Ecuador. Prácticamente no se puede viajar. Por eso, no podemos decir nada en concreto, lo que hay son especulaciones, intenciones, ideas, pero hoy no hay nada en firme. Mañana, no lo sé. Mientras tanto, tenemos que seguir trabajando porque las cosas hay que organizarlas.
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