Cuando se habla de cine suele afirmarse no solo sobre el gran vínculo que la Argentina tiene con el séptimo arte, sino que se repite con un orgullo poco disimulado que su capital, Buenos Aires, es una ciudad profundamente cinéfila. Aunque huele a lugar común, la historia del amor de los porteños por el cine es auténtica y no alcanzaría el espacio limitado de este texto para enumerar la lista de pruebas que lo demuestran. Pero en los últimos años también se insiste con que se trata de una relación en crisis, que en realidad forma parte de una crisis mayor, de orden cultural, según la cual ni Buenos Aires ni la Argentina son lo que eran. Que siempre todo tiempo pasado fue mejor.
Si bien es innegable que la mencionada crisis cultural existe, no es tan fácil probar que la cinefilia argentina sea una especie en extinción. Se pueden mencionar muchos elementos para desarticular dicha teoría, pero hay uno que es especialmente interesante: el surgimiento imparable de pequeños festivales de cine temáticos que durante la última década han conseguido instalarse y encontrar un público fiel entre los porteños. Entre este tipo de encuentros tienen un lugar de privilegio aquellos dedicados a explorar la producción cinematográfica de distintas colectividades, como las semanas del cine francés o italiano, o los festivales de cine alemán, judío, coreano o escandinavo, que de a poco van convirtiéndose en una tradición, dando fe del ávido interés de esta ciudad por encontrar un cine distinto de aquel que ofrece la limitada paleta de la cartelera comercial, dominada por los productos made in Hollywood.
Una de estas propuestas que ha conseguido abrir y asegurarse un espacio en la agenda cinéfila de Buenos Aires es el Festival Internacional de Cine Latino Árabe, familiarmente conocido como el LatinArab, que hoy comienza su séptima edición. Pensado como un espacio para profundizar el vínculo entre las culturas de la Argentina y las naciones árabes, el LatinArab se ha convertido en un argumento ineludible a favor de la diversidad de miradas que es posible encontrar en el cine. Y con un detalle particular: es el único en su tipo dentro del contienente americano.
Entre los objetivos del festival, su director artístico Christian Mouroux destaca la intención de abrir el acceso a las imágenes y a los sistemas de representación propios de nuestras regiones, potenciar la integración, el debate y el diálogo entre pares y contribuir a pensar nuestras realidades e identidades descartando visiones binarias y homogeneizadoras del mundo. Es decir, el LatinArab busca valerse de todas las herramientas que el cine pone a disposición de un encuentro como este, para expandir los horizontes culturales de su público. Sin embargo dicho intento se realiza bajo la idea madre de exponer las diferencias y no de borrarlas; es decir, de ampliar antes que de reducir, de aceptar que culturalmente no da lo mismo una cosa que la otra y que el verdadero crecimiento implica aceptar y convivir con esa diversidad.
Edgardo Bechara El Khoury, director ejecutivo de LatinArab, lo explica mejor. LatinArab avanza descolonizando la idea uniformada y desterritorializada de la cancelación de la diferencia y supresión de la diversidad que expresara Jorge Luis Borges con su consabido: creo que si hubiera alguna duda sobre la autenticidad del Alcorán, bastaría esta ausencia de camellos para probar que es árabe, dice. El orientalismo en su forma borgeana narra mientras borra; estructura mientras disuelve, produciendo estos desplazamientos metonímicos que luego son repetidos hasta el hartazgo. Pero El Corán sí tiene camellos. Está lleno de ellos. Y nosotros, lejos de la folclorización o moda por las formas, creemos poderosamente en las posibilidades humanas de las diferencias. Diferencias que, convertidas en diálogo fecundo y horizontal, nos mejoran, complementan y preparan para un encuentro pleno, diverso y universal con ese otro, en otros sures, sin ausencias de camellos, ni de identidades, concluye.
Sin dudas el LatinArab es uno de los festivales dedicados al cine de colectividades que ha diseñado su grilla intentando abarcar la mayor cantidad de espacios vinculados a la actividad cinematográfica. Su programación incluye las secciones competitivas de cortos y largometrajes, un breve panorama árabe latino, una muestra de cine argelino (Argelia es el país invitado de este año), una ventanita de cine infantil, exposiciones, foros, un conjunto de áreas de desarrollo de diferentes proyectos y un espacio dedicado a la industria y la producción.
La sección Competencia de Largometrajes Árabes está compuesta por diez películas procedentes de los diferentes países que integran la comunidad de naciones árabes, aunque en la mayoría de los casos se trata de coproducciones con países europeos. En todas ellas están presentes de manera más o menos directa temas como la identidad o las distintas problemáticas que el actual entramado geopolítico produce en los países de la región. Entre los títulos seleccionados dentro de esta categoría se encuentran Un sentimiento más grande que el amor (Mary Jirmanus Saba, Líbano, 2017); Ambulancia (Mohamed Jabaly, Palestina/Noruega, 2016); Esperanzas en llamas (Lofti Achour, Túnez/Francia, 2016); Cruzar la séptima puerta (Ali Essafi, Marruecos, 2017); A la espera de las golondrinas (Karim Moussaoui, Argelia/Catar/Francia/Alemania, 2017); Headbang Lullaby (Hicham Lasri, Marruecos/Catar/Líbano/Francia, 2017); Mimosa (Oliver Laxe, Marruecos/Catar/España/Francia); Fuera de cuadro, o Revolución hasta vencer (Mohanad Yaqub, Palestina/Catar/Líbano/Francia, 2016); Quienes quedan (Eliane Raheb, Líbano Emiratos Árabes, 2016); y Tramontane (Vatche Boulghourjian, Líbano/Catar/Emiratos Árabes/Francia, 2016). Por su parte la Competencia de Cortometrajes incluye otros ocho trabajos, de variada temática y procedencia. Dentro de la programación latina se destaca la presencia de El limonero real, film del cineasta argentino Gustavo Fontán basado en la novela del santafecino Juan José Saer, escritor cuya familia es de origen libanés.
La presente edición del festival tendrá lugar hasta el miércoles 13 de septiembre y sus actividades se repartirán en dos sedes: la Alianza Francesa (Av. Córdoba 946) y el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635). Para conocer la grilla completa de actividades y horarios, pueden descargarse el programa y el catálogo desde la página del festival, www.cinefertil.org.