Cuando los investigadores señalan que la familia del propio Federico García Lorca se ha convertido en uno de los principales escollos de la búsqueda, es inevitable preguntarse qué puede haber detrás de esa actitud y de la voluntad de que los restos no sean hallados. Una posible respuesta se encuentre en los detalles de un crimen atroz en el que se mezclan la política, la literatura, la homofobia y una compleja trama de disputas y enfrentamientos familiares. Según se sabe, el poeta fue fusilado cerca de Fuente Grande, en las afueras de la localidad de Alfácar, provincia de Granada. Pero su asesinato había sido planificado desde que el poeta volviera a Fuente Vaquero, su pueblo natal vecino a Alcáfar, apenas unas semanas después del estallido de la Guerra Civil, desoyendo a quienes le sugerían partir hacia el exilio. Lo que ocurrió durante esos días es fundamental en la reconstrucción de una historia en la que los cruces acusatorios van y vienen en formato de libros y películas documentales.

El libro Los últimos días de García Lorca, del periodista granadino Eduardo Molina Fajardo, fue editado en 1983 algunos meses después de la muerte de su autor, por decisión de su esposa, y sus páginas causaron no pocas polémicas al momento de su publicación. Ante eso, en aquel momento la viuda de Molina Fajardo declaró que entendía que tales polémicas ya no tenían ningún sentido, porque ninguna discusión podía devolverle la vida a quienes ya estaban muertos, ni volver heroica la actuación de quienes demostraron cobardía. “Lo que debemos procurar todos es tener siempre presente que hechos como éstos no deben nunca volver a repetirse», concluyó entonces la viuda. Uno de los elementos polémicos de aquella investigación era la intención de Molina Fajardo de exculpar a la Falange española (el movimiento fascista español del cual el propio periodista formaba parte) de toda responsabilidad en el asesinato de García Lorca.

En coincidencia con el 75 aniversario del asesinato, en 2011 el historiador Miguel Caballero publicó el volumen Las trece últimas horas en la vida de García Lorca, en donde le pone nombre y apellido a los instigadores y ejecutores del crimen. El libro de Caballero toma como uno de sus puntales la investigación del propio Molina Fajardo, aunque llega a una conclusión bien distinta: que la cadena de decisiones que llevó al trágico final del autor de Romancero gitano estuvo compuesta en un 90% por miembros de Falange Española. Pero en ese libro también se hace alude a un entramado de rencores familiares que habrían sido un elemento fundamental en la conspiración que acabó con la muerte del poeta.

En esa misma teoría se apoya la tesis que el director Emilio Ruiz Barrachina expone en su documental Lorca, el mar deja de moverse. En él se sostiene que los primos del escritor, pertenecientes a la familia Roldán, fueron los instigadores de la detención y el asesinato de Lorca. Ambas familias se encontraban distanciadas desde hace años por una rencilla insalvable en la que la política tenía un papel preponderante, ya que los García Lorca eran republicanos y sus parientes partidarios del conservador Acción Popular. Según esta teoría los Roldán intentaban cobrarse la ofensa que el poeta les habría causado al publicar su última y más famosa obra de teatro, La casa de Bernarda Alba, en la cual el autor retrata de manera cruel la vida de una mujer que somete a sus hijas a un régimen de excesivo control. Hoy se sabe que aquella historia está basada en personajes reales que también eran parientes de los Roldán. Entonces la publicación de la obra, sumada a las ideas de izquierda y la homosexualidad de García Lorca, habrían sido algunos de los motivos por los cuales este fuera entregado para su posterior asesinato.

Publicada poco antes del comienzo de la Guerra Civil que marcó la caída de la 2º República española, La casa de Bernarda Alba no se estrenó en España, sino que recién pudo hacerlo en la Argentina nueve años después, el 8 de marzo de 1945 en el teatro Avenida de Buenos Aires. La representación corrió a cargo de la actriz Margarita Xirgu y su compañía.