El sábado 30 de noviembre se realizará la instalación colectiva propiciada por el artista francés Yo-Yo Gonthier. “La nube que hablaba” se instalará en el cielo porteño. Este gesto poético no traerá tormentas ni lluvias o, por lo menos, no será esa nube la que las produzca. Su función no es meteorológica sino artística y se producirá en el marco de la programación propuesta por el Institut Français d´Argentine-Embajada de Francia en la Argentina.
Desde 2011 se dedica a llevar adelante proyectos colectivos y participativos precisamente como la nube que se instalará en el cielo porteño. Pero antes que la nube fue un aerostato bordado de 8 metros de largo–es evidente que le gusta volar-, un proyecto del que participaron unas 200 personas, en su mayoría adolescentes. El aerostato se movía con el viento.
En una sociedad que valora la velocidad y la tecnología, él procura que la memoria histórica no se borre, por eso recuerda que Francia fue un país colonialista con posesiones en África.
“La nube que hablaba” ha recorrido el mundo y este sábado 30, a las 17, modificará el tradicional paisaje del barrio de La Boca. Esta propuesta artística se produce en el marco de la programación cultural del Institut Français d’Argentine en conjunto con la Fundación PROA y cuenta con el apoyo de Fundación Medifé, Air Liquide Argentina, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Centro de Mediación artística Australia.
Del mismo modo que el aerostato, la nube que se desplazará por el cielo de La Boca desafiará la ley de gravedad y procurará que se eleven los sueños.
Esta nube voló por primera vez en el cielo de Saint-Denís, un cielo cercano al de París pero se replicó en muchos otros puntos del mundo con la participación de artistas y científicos de cada lugar. Así, en 2013 llegó a la Isla de Reunión en el Océano Índico, en 2015 llegó a Abiyán, en Costa de Marfil y en 2016 se posó en el cielo de Niamey, a orillas del río Niger.
Cuando se le pregunta a Yo-Yo Gonthier cómo describiría esta nube viajera a alguien que no sabe de qué se trata, contesta: “Hay que verlo para creerlo, es una aparición, un fantasma, un nacimiento, un funeral, un espíritu. “Le nuage qui parlait” es una obra colaborativa creada en 2011, en Francia, que reunió a más de 600 personas en distintos países. La nube escucha las palabras de las personas que la rodean y las reproduce en instalaciones”.
La navegación aérea de la nube que partirá de Proa 21 (Av. Pedro de Mendoza 2073) será acompañada por una exposición, El hijo del río, que mostrará las distintas travesía que hizo la nube en diferentes lugares del mundo. La muestra podrá visitarse a partir del 30 de noviembre durante todo el mes de diciembre de jueves a domingo de 12 a 19.
“La exposición –dice Yo-Yo Gonthier- cuenta la historia de la nube, de su partida y su regreso, y de la riqueza que surge del intercambio de conocimientos. También trata del vínculo que tenemos con el agua, con el río, con el océano”.
También la performance de la nube en la ciudad de Buenos Aires será fotografiada y filmada por Yo-Yo Gonthier con la ayuda de otros colegas.
La nube que se desplazará en el cielo boquense y que terminará su viaje en el Riachuelo fue construida con la colaboración de distintos artistas locales: Javier Ferrante, Juan Carlos Urrutia, Sebastián Baez, Pedro Montes de Oca, Yhomara Muñoz y Paula La Fea
.
“La colaboración con artistas de todo el país –cuenta Gonthier-fue un encuentro maravilloso, ya que compartimos historias personales, recuerdos antiguos, mitos, cuestiones filosóficas e históricas sobre el tema del compromiso para grabar palabras y escribir en la nube palabras poéticas en distintos idiomas. Organizamos y co-escribimos juntos la performance de la nube en la Boca.”
Este sábado a las 17 La nube que hablaba convocara a los vecinos de La Boca y a todos los que quieran sumarse para comprobar que no es cierta la tan repetida frase que dice que no hay nada nuevo bajo el sol. Esta nube es algo nuevo bajo el sol boquense, una experiencia única que llama a la participación colectiva de todo aquel que esté interesado en remontar a esta nube parlanchina como en la infancia remontaba barriletes.
La nube flotará sobre las cabezas de los participantes, no demasiado lejos del suelo. Una nube que flota a baja altura es de gran valor para todos los argentinos que no pueden alcanzar lo que necesitan porque los precios están por las nubes.
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