En una jornada organizada junto a la productora cultural La Nave de los Sueños, se proyectará el documental Favio: Crónica de un director, con la presencia de su director Alejandro Venturini, para recordar la figura del cineasta más importante e influyente del cine argentino.
A menos de cuatro años de su muerte, la figura de Favio, lejos de irse apagando, parece brillar cada vez con más intensidad. Referencia ineludible a la hora de hablar de una cinematografía nacional, su obra se ha convertido en icónica y en una influencia insoslayable para quienes se dedican al arte del cine. Por eso no extraña que un director joven como Venturini haya decidido intentar trazar un retrato cinematográfico de un artista de tamaña importancia. Mi primer contacto con Favio fue a través de mi viejo porque él, que no es un tipo cinéfilo ni demasiado demostrativo, me cuenta que había ido al cine a ver Juan Moreira en la primera semana de su estreno, antes que fuera un boom, y que se había emocionado. Eso me quedó dando vueltas, pero no fue hasta mí adolescencia que me vi toda su filmografía y quedé completamente fascinado, cuenta Venturini, ensayando una genealogía para su propio documental. Cuando terminé la universidad, Favio estaba con la distribución de Aniceto y yo quería armar un sitio web con entrevistas a directores argentinos, por lo que decidí empezar entrevistándolo a él, que era al que más admiraba. Pensé que no me iba a responder, pero enseguida me llega el mail de su secretaria diciendo que en dos meses iba a poder verlo en su departamento de la calle Pasteur. Esa charla de dos horas quedó registrada en audio, pero el sitio web que estaba armando nunca se concretó y me quedó la entrevista inédita. Sobre ella está basada la estructura el documental, revela el director.
No caben dudas que intentar abordar una figura de la magnitud de Favio no solamente representa la concreción de un deseo (de un sueño), sino también un desafío no exento de dificultades. Con el equipo técnico tratamos de no pensar demasiado en la carga que Favio tiene para nosotros y lo que representa para los argentinos, porque eso nos hubiera impedido realizar el documental, revela Venturini. Lo que se buscó fue un equilibrio entre tratar de ser fieles a la figura de Favio y su cine, sin dejar de ser fieles a nosotros mismos. Pero esa doble fidelidad no resulta una operación sencilla, porque Favio es un personaje complejísimo que excede los límites del cine, y resulta difícil abordarlo sin atender su carrera como cantautor popular; su estrecha e histórica vinculación con el peronismo; y su prolífica carrera como actor. Por eso Venturini aclara que el documental sólo habla de su cine y que cuando se tocan otros aspectos de su vida siempre es en relación a su obra cinematográfica, porque todas sus facetas le aportaban algo a sus películas.
Sin embargo parece complicado despegar el omnipresente perfil político de Favio, sobre todo en un marco histórico en que la política ha vuelto a instalarse como un eje que atraviesa a toda la sociedad de manera transversal. Para mí la percepción de una película no se relaciona al gobierno que esté al mando, ni siquiera en un documental como éste que trata de un peronista histórico y activo como Leonardo Favio, reflexiona Venturini. Sólo un espectador fanatizado, y no lo digo en el buen sentido, puede verse influido por eso. Y la verdad, uno no filma pensando en ese tipo de espectador, porque de alguna forma es como decía Favio: «El cine es dar amor permanentemente.»
De ayer a hoy, la tipografía como vehículo de la resistencia social
La tipografía fue uno de los canales de expresión de las luchas que dieron en la Argentina sus diversos movimientos populares. No sólo dio cuerpo a la resistencia, también le suministró mística y semántica. Desde este jueves y durante una semana (de 16 a 20 horas), Espacio Tiempo recibe, a partir de la colaboración de la artista visual Reina Esfofet, Resistencias Tipográficas, una muestra colectiva de afiches que recupera el sistema de impresión con tipos móviles que creó Gutenberg y hoy se mantiene vigente de la mano de artistas, diseñadores y tipógrafos.
«La apropiación contemporánea que hace el arte de las tipografías tradicionales nos permite pensar las nuevas resistencias culturales y políticas, que incluye a los imprenteros sociales, a los proyectos autogestivos, cooperativistas y de educación popular al recuperar y fortalecer el oficio con la vieja Minerva; y a las generaciones de artistas que potencian la palabra poético-política, y subvierten en la calle y en las instituciones artísticas el lenguaje que va del contenido a la forma», señalan los curadores María Inés Afonso Esteves y Juan Pablo Pérez.
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