El libro de Malena Pichot y Charo López apela a la risa para cuestionar los mandatos con que carga el género femenino y que, si se los analiza, dan ganas de llorar.
Esto es lo que promete la contra tapa de Hermostra Cómo ser hermosa sexy, joven y hermosa, el libro que acaban de publicar Malena PIchot y Charo López. En él le apuntan con un arma cargada de humor a todos los lugares comunes que la sociedad ha reservado para la mujer, en primer lugar, la obligación no tan fácil de cumplir de ser bella, sumisa y madre
En este antimanual para lograr lo que todavía muchos esperan del género femenino, toda mujer encontrará una serie de consejos desopilantes aunque, mirados de cerca, no demasiado diferentes en cuanto a su nivel de absurdo, que los que ofrece la revista Para Ti o cualquier otra de las que conciben a las mujeres como una máquina de conformar deseos ajenos y adaptarse a estereotipos impuestos desde hace siglos. La diferencia es que los consejos de estas dos especialista son mucho más divertidos, aunque los que se escriben en serio también hagan reír a todas aquellas que no se someten mansamente a los consejos de belleza, domésticos, sentimentales y de todo tipo que se remontan a la época del nacimiento de ese curioso género llamado revista femenina y que encarnaron desde Damas y damitas hasta Vosotras y muchas más.
Basta con recorrer el índice de esta verdadera guía para la mujer moderna para darse cuenta de que el género del consejo no ha muerto, porque las mujeres necesitamos que nos conduzcan paso a paso en todo para poder cumplir con lo que se espera de nosotras.
Dicen que para muestra basta un botón. Por ejemplo, en el apartado correspondiente al maquillaje, las autoras han resuelto el material de la siguiente manera: El maquillaje (social, de todos los días, y de dormir) .Cómo resaltar mi belleza natural . ¿Dormir maquillada puede provocarme la muerte? . Urgente: pintó garche.
Muchos de los capítulos incluyen una aventura de las autoras. Por ejemplo: Charo y Male en el Norte argentino y un poco de primer mundo., Male, ser latina en Canadá, Meditación folicular. El Bloody las pone mimosas, Una noche de romance en Hawai, La navidad de Charo y Cómo nos conocimos. La magina del Padre Álvaro.
Entre los Consejos de comportamiento, bien vale la pena recorrer el de Evacuación: . Caca. ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? . ¿Cuánto tiempo puede resistir mi intestino? . ¿Cagarse es de cagona? ¿Hacer caca adelgaza? . El plan de mi cuñada Patricia. Cómo trazar planes efectivos y seguros para disimular nuestras secreciones anales. . Cómo comportarme según los baños.
El libro transita todos los lugares comunes que tienen que ver con los prejuicios que pesan sobre las mujeres y lo hace de la misma forma desenfadada en que lo haría un hombre, lo que puede ser considerado por algunos lectores como un pecado mortal. Pero no se trata del humor obvio y chabacano de Jorge Corona en el que hay una escatología gratuita destinada a ciertos varones que la identificarán de inmediato como propia. Lo escatológico en este caso está al servicio de subvertir los valores sociales referidos a la mujer y de contestarle con una granada explosiva a las verdades que se nos inculcan desde chicas como si fueran los 10 Mandamientos.
Pichot y López le hacen una apelación a lo que parece inapelable, a ese ideal de mujer que fue forjado a través de los siglos y que propicia la obediencia, el disimulo, la sumisión, la belleza y la delicadeza al punto de que hablar de las necesidades fisiológicas del mismo modo en que lo hacen los hombres puede ser considerado poco femenino. Tips, tests y todo tipo de consejos son los arsenales de los que se valen las revistas femeninas para disparar contra la mujer. Pichot y López se encargan de ridiculizarlos al punto de quitarles efectividad.
No es muy frecuente que un libro humorístico haga reír a carcajadas. El ejemplo que surge de inmediato es Cómo terminar de una vez por todas con la cultura de Woody Allen. El de Pichot y López entra dentro de esta categoría a condición de que el lector y la lectora abandonen los prejuicios instituidos. Las mujeres hablamos de caca, de sexo y de muchas otras cosas que se consideran masculinas. Ser hermostra es convertirse en el monstruo que propician la publicidad, los medios y el sentido común, es obedecer al mandato de belleza, pulcritud y buenos modales que aún pesa sobre las mujeres aunque pretendan tantas veces convencernos de lo contrario.
Sí tradicionalmente el humor en todas sus manifestaciones fue un espacio reservado a los hombres es por su poder corrosivo, por su carácter cuestionador y, para citar una frase del presidente Macri destinada a quedar en la historia y figurar en todos los idiotarios del mundo, por su naturaleza disruptiva que, al igual que el aire acondicionado, constituye una fiesta inadmisible capaz de dejarnos fríos.
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