“Escribo y dibujo desde que tengo memoria” dice Gabriela Burin, autora, entre otros titulos de Así es mi mamá (Fondo de Cultura Económica), un hermoso libro álbum que narra la historia de una madre diferente, más próxima a la realidad que la de tantos textos que suponen que la vida de una mujer se justifica y se agota solo en la maternidad. Esta es una madre con un cuerpo enorme y una risa estentórea que se hace oír incluso en esos lugares donde se supone que no hay que reírse.
“Mis papás siempre dibujaron cuenta Gabriela Burin. Los dos son de la rama del arte, por lo que en mi infancia siempre estuve rodeada de arte y de libros y eso me influenció bastante. A los 20 años comencé a asistir a talleres literarios. Fui durante mucho tiempo a Nación Cracovia como se llama uno de los talleres de Graciela Repún, Desde hace cuatro años estoy cursando un taller con Eduardo Abel Giménez. Siempre me gustó mucho escribir y a la par también cursé talleres de ilustración, más allá de ilustrar por mi cuenta y publicar, siempre tomé talleres. Me parece importante seguir aprendiendo siempre, seguir conectada con el aprendizaje aunque uno ya esté publicando. Hoy muchos ilustradores somos autores integrales porque también escribimos y diseñamos el libro en su totalidad.”
Como autora integral, es decir, como autora del dibujo y el texto, este es su segundo libro. El primero se llamó Cenicienta a la pimienta y también habla de los estereotipos de belleza porque “es una cenicienta fea o que está lejos de los estereotipos aceptados y que no sigue ningún protocolo de buenos modales: toma el vino del a botella. Es una anti princesa.”
En su trayectoria de ilustradora, participó nada menos que de un libro de María Teresa Andruetto, la ganadora del Premio Hans Christian Andersen que se llamó El incendio y que obtuvo una mención de Alija como libo álbum en 2008.
Actualmente, no solo toma talleres, sino que también dicta uno de ilustración.
La parte interior de la tapa y la contratapa de Esta es mi mamá incluyen dibujos de su hija que está por cumplir 6 años. Dibujar y narrar forman parte de los momentos compartidos entre ambas, porque para la dos es el más divertido de los juegos.
-¿Así es mamá podría considerarse un libro álbum, es decir que no se trata de un libro ilustrado, sino que los dibujos tienen el mismo peso que el texto, son también narrativos?
-Sí, se podría considerar dentro de esa categoría en que las ilustraciones tienen mucho poder narrativo, no interpretan un texto, sino que tienen una interacción sinérgica e inseparable: si se saca el texto las ilustraciones no funcionan por sí mismas y lo mismo pasa a la inversa.
-¿Hay un cambio respecto de lugar del ilustrador a través de la fuerte irrupción del libro álbum?
-Sí, los ilustradores siempre nos consideramos autores, pero con el libro álbum esto se hizo aún más evidente porque existen incluso muchos libros álbum que pueden no tener texto pero sí o sí tienen que tener ilustraciones. Mucha gente cree que la palabra autor es sinónimo de escritor, pero el ilustrador es autor de sus imágenes, y esto el libro álbum lo hizo más evidente.
-Las mamás suelen ser representadas como personas dulces y buenas que tienen esas cualidades también en su físico. La de tu cuento, en cambio, tiene un cuerpo enorme, es gorda, le crecen pelos en la cara a modo de bigote, se ríe a carcajadas y no le importa que la miren. ¿Por qué elegiste una mamá que no se ajusta al tipo o estereotipo de las madres de cuento?
-Me interesaba mucho mostrar una madre que estuviera fuera de los estereotipos de belleza y que fuera más real. Quería mostrar maternidades más reales y posibles, más cercanas a las que uno conoce en la vida real y no la que nos muestran los medios de comunicación. Me parecía interesante, además, incorporar el tema de la mirada del otro. Si bien esta mamá no responde a los estereotipos, se la ve segura de sí misma y disfrutando del hecho de ser única. No parece importarle la mirada de los otros y se la ve siempre disfrutando de sí misma. Hay una escena en que está en un restaurante en que se la ve sacándose los zapatos por debajo de la mesa, otra en la que se ríe a carcajada en un museo. Evidentemente no le interesa mucho la mirada del otro y eso me parecía lindo mostrarlo.
-Hay también una escena en que va montada en bicicleta y todos la miran. Su hija dice que su mamá es “demasiado” porque se supone que para andar en bicicleta tenés que ser una persona joven, ágil y delgada.
-Sì, allí hice hincapié en las otras madres del jardín que la miraban de reojo por cómo se viste, por el casco tan colorido. Tiene una manera de andar y de vestir y me interesaba hacer foco en la mirada de la nena que por momentos la mira con amor y por momentos, con curiosidad, con extrañamiento y también, por momentos, con vergüenza que es un sentimiento que tenemos los hijos y las hijas respecto de nuestros padres y que me parecía lindo poder validarlo en el libro. Porque esos son sentimientos que existen de los hijos para con los padres.
-Es cierto y es un sentimiento que al menos yo nunca encontré tratado en un libro para chicos.
-Sí, yo leo muchos libros para chicos tanto para mí como para mi hija y lo que veo en general es que la maternidad se muestra de una manera muy rosa, muy edulcorada. Veo pocas madres reales y observo también que el único sentimiento que está presente es el amor rosa y que no están habilitados otros sentimientos posibles. Tampoco aparecen madres que, como la de mi cuento, de pronto necesitan estar solas, tener momentos para sí mismas para luego poder brindarles tiempo de calidad a los hijos.
-Vivimos un momento de extremada corrección política en la que hay una bajada de línea muy pedagógica acerca de las diferencias. En tu libro, pese a que hablás de las diferencias, no lo hacés desde la bajada de línea, sino desde el lenguaje y las formas.
-Sí, yo le escapo a la bajada de línea, a los libros con moralina que se alejan de lo que es literatura para ser libros-panfleto que tratan de explicar cómo hay que ser. Como lectora y también como autora, trato de escaparme de eso. Prefiero libros en lo que tal vez haya un mensaje, pero hay también literatura. Lamentablemente hay muchos libros de este tipo y me alegro que notes que yo prefiero ir por otro lado.
-Sì, vos no hacés “contrabando de ideas” en el texto.
-Es que creo que hay que dejar lugar para que el lector reflexione y no decirle qué tiene que pensar o cuál es el mensaje que se tiene que llevar de la lectura. Luego el adulto o el niño dirán si están de acuerdo o no con esta madre, pero no porque el libro los obligue a pensar de determinada manera.
-¿Por qué pensás que los hijos se avergüenzan a veces de sus padres?
-Es una buena pregunta para contestar como hija y como madre. Como niño y como adulto, uno tiende a compararse con los demás y a buscar la mirada de aceptación del otro. No buscar esta aceptación no es tan sencillo, es algo que requiere cierta maduración y cuando uno es niño le importa más la mirada de los otros porque está forjando su propia mirada. Yo, como mujer adulta, a veces también dependo de la mirada del otro, por eso me gustaría ser parecida a la madre de mi cuento. Hoy, en que las redes están a flor de piel por todos lados, escaparse de la mirada del otro es un ejercicio constante para no quedar atrapada en eso. Hay un mandato social que dice que una tiene que poder con todo, trabajar, ocuparse de los hijos y estar hermosa. No hay lugar para el disfrute, para relajarse, para ser real. Está bueno tratar de correrse del mandato social, que es lo más difícil.
–En tu libro no hay un papá, lo que puede sugerir que no todas las familias se conforman de la misma manera.
-Es cierto y mi madre me preguntó por qué no había un papá.
-¿Y qué le contestaste?
-Que en realidad no es la temática del libro, que el libro no trata de eso y que por eso no lo incluí. La madre del cuento puede ser una madre soltera, una madre separada, una madre viuda o simplemente sucede que el padre no está narrado en la historia y por eso no lo mostramos. Por eso ahora muchos me están pidiendo que escriba el libro Así es mi papá (risas) para mostrar masculinidades.
-Me gustó la imagen en que la madre mete algo en el horno y la nena le mira la cola y dice que su mamá fabrica aromas muy ricos y otros no tanto. Lo que sugiere que se tira pedos (risas).
-Sì, mi hija lo llevó al jardín y ante ese escena muchas nenas dijeron, “mi mamá también” (risas), Parece que la de mi cuenta no es la única mamá que tiene esa costumbre. También hay pequeños guiños para los adultos como el cuadro de Frida Kahlo que tiene que ver con el tema del bigote. Eso guiños me parecen muy divertidos.