La presentación tuvo lugar en el Espacio de Arte y Cultura Cultrum, con exposiciones de artistas invitadas.
“Muchas veces escribo porque no se me ocurre que escribir. Entonces, surgen ideas. Escribir es una forma de pensar. Algo de eso hay en este libro”, apuntó el autor de 35 años.
La presentación estuvo a cargo de Daniela Goldin y Gilda Zukerfeld, profesoras del taller de escritura creativa “Ningún Texto Definitivo”. “En cada uno de los relatos de ‘El continuo estruendo del mundo’ algo se rompe. Y en ese ruido que ensordece también aparece lo desconocido, lo que está por descubrirse.”, dijo Zukerfeld.
“En estos relatos, Gabriel lleva el timón del fluir del pensamiento a través de asociaciones, como si estuviéramos ante un catálogo de la vida exhibida en pequeñas viñetas”, agregó Goldin.
La presentación contó con la presencia de artistas invitadas. Micaela Pitetti leyó un poema de su autoría inspirado en la lectura de algunos relatos del libro. Luego, Maria Francois leyó un relato a medio camino entre lo oscuro y lo cómico.
Hacia la mitad del evento, estuvo el momento más emocionante de la noche con una performance de ribetes innovadores. Rocío Cosiansi Estévez leyó un poema inspirado en el libro, poema que Micaela Pitetti bailó.
Hacia el final del evento, Gabriel Hernández hizo una reflexión sobre el libro. Este libro forma parte de una trilogía de libros junto con los dos anteriores: Bitácoras (2019) y Mercurio Retrógrado (2021)”. La forma de conseguirlo es a través de sus redes sociales (Instagram: gabrielhernnandez). En este, “se profundiza una idea de la dispersión y de la deriva, para surfear la pesada coherencia de tener que ser siempre el mismo”, resumió Hernández.
Estos tres libros se consiguen a través de las redes sociales del autor, que reparte casa por casa, ya que hay una idea que el autor repite casi como un lema de su escritura: los libros además de objetos, son vínculos.
“En este libro podrán encontrar un hilo choricero, un rollo Kodak de 24 fotos, un capítulo de Dragon Ball Z, Diego Armando Maradona, un changuito de supermercado, un kiwi, una pieza de porcelana japonesa kintsugi, una tesis de doctorado, un café con leche, una sesión de terapia, la Real Academia Española, un perro ansioso, el muñeco Michelín, una canción de Gabo Ferro. Todos estos elementos no se manifiestan en ‘El continuo estruendo del mundo’ de una manera esperable, sino que lo hacen unidos tal vez desde la mirada antropológica de Gabriel Hernández además de la literaria, que en muchos casos te sacan una sonrisa durante la lectura”, dijeron las presentadoras.
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