Una de las afirmaciones que pueden desprenderse de “Ficciones reales” es que lo real también se inventa. La exposición, enmarcada en la Bienalsur y con sede en el Centro Cultural Kirchner (CCK), muestra cómo dos términos aparentemente dicotómicos, la realidad y la ficción, aparecen juntos desplegados en las obras de más de 28 artistas y colectivos de Latinoamérica y Europa.
La muestra, curada por Diana Wechsler y Benedetta Casini, y organizada por la Universidad Nacional de Tres de Febrero y el CCK, invita a pensar en los diferentes modos en que la información se produce, comparte y circula.
En ese marco, cobra especial relevancia cómo las estrategias de edición de la realidad pueden dar paso a la construcción de una perspectiva singular, que nunca es un reflejo neutro o total. La mirada moldea, selecciona, relata y hasta inventa. En un contexto en donde el impacto de la comunicación es cada vez más rápido, la muestra busca crear una pausa reflexiva. Para eso, despliega una serie de ejes temáticos que tienen que ver con la agenda global: las noticias (y su contraparte: las fake news), los ecofeminismos, las narrativas políticas y democráticas, y la práctica artística.
La inauguración
“Nos interesa construir espacios de pensamiento, reivindicamos la soberanía de la percepción, buscamos la emancipación del espectador y por eso esta muestra tiene un formato muy abierto en donde el texto del curador se sustrae porque ya es suficiente con la edición que hacemos de los artistas y en los montajes. Ahora le toca a cada uno de ustedes editar según su recorrido, según sus percepciones, según su referencia, según su mochila, cada una de estas obras, cada una de estas muestras de la Bienalsur y seguir pensando el presente a partir de esto”, dijo Wechsler en la apertura del evento, que contó con la presencia del ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer, el rector de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Aníbal Jozami, y la directora de Planificación y Programación del CCK, Liliana Piñeiro.
Por su parte, el ministro destacó el trabajo conjunto con la universidad pública, agradeció a los artistas y curadores, y resaltó la cantidad de convocatoria que tuvo el CCK durante las vacaciones de invierno (recibió a más de 300.000 visitantes). “Esta muestra es de los artistas, de la UNTREF, del CCK, pero en realidad es de todos y todas las argentinas”, apuntó ante un auditorio repleto en el séptimo piso del centro cultural, donde tiene lugar la exposición hasta el 29 de octubre.
Ficciones reales y ediciones de lo real
En una recorrida junto a Tiempo, Wechsler afirmó que la intención de la muestra es “sobreexponer la idea de que las noticias son una edición. A la vez, toda curaduría es una edición, porque buscamos editar aspectos de la realidad desde la perspectiva de distintos artistas, que también se apropian de un fragmento de la realidad y hacen su propia edición. Hay una serie de cuestiones que están muy presentes aquí y tienen que ver con los usos de las imágenes, los usos de los textos, los usos de los archivos, las bibliotecas. Y dentro de esos usos: lo que está y lo que se sustrae, lo que se tacha o se censura, lo que desaparece dentro de las tramas de noticias”.
Mientras Wechsler habla, señala la obra de Daniela Comani. Sobre la pared, se despliega una biblioteca ficcional, con los títulos de grandes clásicos transformados: Pedrina Páramo de Juan Ruflo, Me casé con una comunista de Philip Roth, Las Aventuras de Alicio en el país de las Maravillas de Lewis Carroll. “Una biblioteca también es una edición. Como decía Aby Warburg, leer los lomos de una biblioteca es leer la asociación de lecturas. Esta sala busca poner en escena esa idea, todas las bibliotecas que vemos tienen una operación”, dice la historiadora de arte. De esta sala forman parte la obra de Adriana Bustos, una biblioteca que expone las tapas de los libros que fueron censurados y quemados durante la última dictadura militar; una proyección audiovisual de Ali Kazma con la biblioteca de Stendhal que compró Manguel; y una serie de imágenes de la emblemática obra Partenón de los libros prohibidos de Marta Minujín, entre muchas otras.
En proximidad a las bibliotecas, hay dos salas de video. Por un lado, una proyección audiovisual de Daniel Canogar, con los hilos de noticias que en tiempo real están apareciendo en los canales. Por el otro, una obra de Antoni Muntadas en la que se proyectan unas diapositivas de imágenes sobre un televisor de menor tamaño. “Esta proyección revela la idea de que lo que pasa en la realidad excede lo que la ‘caja boba’ pueda mostrar”, dice Wechsler.
Y la lista de obras sigue, con la participación de artistas como Roberto Jacoby y Raúl Escari, Harun Farocki, Jordi Colomer, Eduardo Costa, C. Brambilla y sociedad de amigos y benefactores de las artes de Cañada Rosquín, Declinación Magnética, Etcétera, Joan Fontcuberta, Dora García, Gabriel Garcilazo, Voluspa Jarpa, Fabio Kacero, José Luis Landet, Marie Orensanz, Daniela Ortiz, Liliana Porter, Cristian Segura, Tucumán Arde y Santiago Villanueva.
La fantasía y lo real
En el medio de la muestra, además de las obras que están exhibidas, ocurre un hecho imprevisto. Una mujer se distingue del público, levanta la mano y comunica un mensaje en una lengua indescifrable. “Esta performance se llama El mensajero, es de Dora García. Una performer aprende de memoria un mensaje en un idioma que no conoce ni identifica y busca en la sala de exhibición a quienes la puedan ayudar para traducir ese mensaje. La idea es poner en evidencia que cualquier mensaje a través de traducciones se va modificando, la traducción nunca va a ser exactamente igual. Pero, además, el idioma que se elige es generalmente de alguna comunidad minoritaria de argentina, por lo tanto, la dificultad de encontrar algún integrante de esa comunidad en espacio de arte refleja la intención de la artista de mostrar quiénes circulan en los espacios de arte y quiénes no”, explica Benedetta Casini.
En la última parte de la exposición, una serie de obras interviene sobre la manera en que se construye lo real en el mundo del arte. Hay, por ejemplo, un gabinete de trabajo en exhibición que reúne las imágenes creadas por el artista Carlos Gómez. Landet, quien heredó su acervo, cuenta a Tiempo: “Cuando me invitaron a la Bienal fue en específico por mi relación con el artista bonaerense Carlos Gómez. Yo lo conocí en el 2011, en mis búsquedas de los ‘deshechos socioculturales’, que son esos vestigios que quedan en el Mercado de Pulgas, pueden ser diapositivas, fotografías, pinturas… a raíz de eso yo hago relatos. Un día me lo encontré a Carlos Gómez en el Parque Lezama vendiendo sus pinturas, me interesó, le compré algunas obras y empecé a charlar, rápidamente hicimos amistad. Me encontré con un archivo de más de dos mil obras y me adentré en su producción. Y ahí descubrí que era un artista marxista, que había estado exiliado en Colombia, México, en vínculo con la Unión Soviética. No se formó en la academia, no estudió arte de manera formal, venía de la clase obrera. Mi tarea fue recopilar todo eso, saqué un libro, hice una muestra retrospectiva. La Bienal me invita, no a mostrar las dos mil obras porque es una locura, sino a hacer una síntesis para contar quién fue Carlos Gómez”, dice Landet y mientras habla, casi sin darnos cuenta, la fantasía va entrando en la realidad.
Con entrada libre y gratuita, “Ficciones reales” puede visitarse de miércoles a domingos, de 14 a 20 horas en el séptimo piso del Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151, CABA).