El viernes 20 cierra el evento que desde el 20 de noviembre cobijó en la librería Eterna Cadencia clases abiertas, lecturas y charlas de escritores, investigadores y artistas. Testimonios de un festival que reivindica la literatura contra viento y marea.
¿Cuántas escenas y voces pueden confluir en lo eterno? ¿Qué pulsos revela este encuentro que sostiene al mundo editorial en tiempos arduos?
El Festival Eterno, con entrada libre y gratuita, propuso una ágil dinámica cada semana: hubo lunes de charlas magistrales, martes de conversaciones urgentes, miércoles de bitácoras, jueves de cata de libros y viernes de lecturas más música.
Entre los escritores y escritoras estuvieron Alejandra Kamiya, Tamara Tenembaum, Abel Gilbert, Pedro Mairal, Feda Baeza, Martín Kohan, Esther Cross y Betina González. Pero la enumeración no logrará captar la multiplicidad de miradas y enfoques del Festival Eterno, en concordancia con los diecinueve años de Eterna Cadencia.
“El festival tiene propuestas muy distintas -dice Amalia Sanz, Directora de la Fundación Filba-. Algunas están más vinculadas a la conversación y a la coyuntura; otras a la poesía o a la escucha de lecturas. Es una agenda amplia, pero en todas las actividades hay un factor común: la apertura al diálogo y al encuentro, que se da muy naturalmente entre el público y los autores en la terraza de Eterna Cadencia”.
Cada viernes, el Festival Eterno cerró con la confluencia entre dos editoriales y un cruce musical. Así, el 22 de noviembre compartieron lecturas los autores y autoras del catálogo de Tenemos las máquinas y Vinilo: allí la joven escritora Julieta Habif participó con su flamante libro Unidad mínima de familia. ¿Cómo lo vivió? “En el festival hay una pluralidad de voces y se crea un ambiente muy cálido, tanto para quienes leemos como para el público. Hay silencio y respeto y eso hace a una mejor lectura a nivel anímico, performático, de tiempos, énfasis y pausas”.
Dentro de la vasta grilla, el lunes 25 de noviembre Diego Golombek habló acerca de “contar la ciencia desde la ficción”, ante la fascinación del público. Justo una semana antes de que Alejandro Tantanian expusiera sobre su libro Tres clases, con un recorrido por las obras de Shakespeare, Tennessee Williams y Bertolt Brecht.
Y, el 26 de noviembre, Marcelo Birmajer y Carolina Martínez Arroyo reflexionaron junto a Gabriela Ivy, escritora trans y creadora de contenido de política atravesada por el género, en torno a la premisa “La libertad ‘hasta ahí’. ¿Cómo fueron los usos políticos de esta palabra? ¿Cómo vivimos nuestra libertad hoy? ¿Está amenazada?”.
Gabriela Ivy recuerda que “Marcelo Birmajer estaba muy obsesionado con todo lo trans y terminó la charla diciendo ‘estoy a favor del colectivo LGBTIQ+, pero me parece perfecto que las personas en situación de cárcel no puedan cambiarse el DNI’. Yo iba respondiendo lo que Marcelo iba fomentando, que es esta desinformación que hay respecto de nuestra comunidad. Al final se me acercó un chico trans y me preguntó si yo me había sentido incómoda. Estoy acostumbrada a debatir, así que, en ese sentido, el Festival fue muy interesante”.
El 27 de noviembre fue el turno de la charla “Streaming: Detrás de escena”. Ahí estuvieron los escritores Paula Vázquez y Tomás Downey, quien cuenta: “Lo más atractivo fue el contraste entre el texto de Paula, que tenía un enfoque profundo y reflexivo sobre el mundo del streaming, como directora de un canal, y mi mirada de una ignorancia absoluta. Yo busqué transmitir lo que veía casi sin emitir opinión, y con un perfil ligeramente cómico. Ese contrapunto fue bastante rico: cada relato echó luz sobre las partes que el otro había dejado en sombras”.
Dentro de la modalidad “cata de libros”, la narradora Luciana de Luca compartió el 28 de noviembre las constelaciones en torno a su novela El amor es un monstruo de dios. ¿Y qué ocurrió? “Había personas que no habían leído mi libro -dice- y que no me conocían, y que estaban ahí por este festival: les pareció interesante escucharme. Al final hicimos unas preguntas y lo más cautivante fue el interés común por la literatura, sin importar tanto quién hablaba sino el tema que nos convocaba: el entusiasmo por los libros”.
El martes 3 de diciembre la Doctora en Biología Guadalupe Nogués participó con Ana Prieto y Tomás Balmaceda (con la moderación de Flavia Pitella) de la exposición “Periodismo y formas de comunicar en contextos polarizados”.
Cuenta Nogués: “Es un tema científicamente difícil de dilucidar y resuena muy emocionalmente en todos nosotros. Me gustó mucho que todos tuviéramos miradas distintas y que nos complementáramos. En el público había gente muy formada y la charla post-panel fue riquísima”.
Al día siguiente, el escritor Loyds y Feda Baeza, profesora, investigadora y la primera mujer trans que dirigió un museo (el Palais de Glace), contaron cómo fue vivir un día en las carreras. Baeza recuerda la experiencia: “Yo nunca había entrado al hipódromo, y me di cuenta por qué: el público era en su mayoría señores mayores que me miraban de un modo bastante particular. Yo llevaba un vestido negro y anteojos blancos, y observé sus miradas todo el tiempo sobre mí. Y supe que soy una persona de otro lugar”.
Prosigue Baeza: “A partir de esas miradas en el hipódromo, empecé a imaginar otras cosas: dónde una apuesta, en qué le interesa apostar, qué está dispuesta a perder y cuáles son los riesgos que corre. Todo esto es algo muy presente para todas las personas trans”.
Otra charla central del Festival Eterno fue la que brindaron, el 9, las escritoras Betina González y Esther Cross a partir de su libro La aventura sobrenatural, en el que rastrean líneas entre lo extraño, el ocultismo y lo paranormal en el cruce de los siglos XIX y XX.
El martes 10, la periodista Natalia Concina moderó el panel “Medio ambiente en Argentina: ¿A quién le importa?”, a cargo del biólogo Guillermo Folguera y de la investigadora Elisabeth Möhle, en base a una propuesta de la Red Argentina de Periodismo Científico (RAPC).
“Cómo salir de la crisis climática es un dilema no resuelto -asume Concina-. Mientras algunos plantean reorientar la producción de un modo más sustentable, otros dicen que no hay otra opción que el decrecimiento. Lo que quedó en claro de la charla es que no hay una salida única ni clara: será una articulación de muchísimos actores individuales y colectivos”.
El 11 fue otro momento clave del Festival Eterno: el escritor y docente Martín Kohan fue entrevistado por Nacho Damiano acerca del vínculo entre literatura, política y actualidad. Dijo Kohan, ante los aplausos: “Este terrible gobierno no instaló grandes debates. Sus seguidores buscan agredir y denostar al que disiente. Es una política de la crueldad y del desprecio al diferente. Pero, ¿acaso yo no voy a decir lo que pienso por miedo a que me insulte el Gordo Dan en las redes?”.
Al otro día, el narrador Pedro Mairal y el periodista Rafa Otegui -que conforman el dúo musical Pensé que era viernes- hicieron un original experimento creativo: inventaron una canción en vivo en base a palabras y propuestas del público.
Fue una instancia reveladora para ambos: “Fuimos sin mapas, sin planes, a jugar con la gente. El intercambio fue muy bueno y el público se enganchó muy rápido. El cierre fue el momento más divertido: terminamos cantando entre todos la canción que habíamos compuesto. Fue un coro improvisado en la terraza de Eterna Cadencia”.
Y este lunes 16 llegó la charla “Acercarnos al Oriente”, de Alejandra Kamiya, sobre el narrador Ryūnosuke Akutagawa, a modo de introducción a la literatura japonesa. Y el persistente enigma de la eternidad fluyó con los misterios de la plácida voz de Kamiya, autora de la trilogía de cuentos Los árboles caídos también son el bosque, El sol mueve la sombra de las cosas quietas y La paciencia del agua sobre cada piedra, todos publicados por Eterna Cadencia.
Para esta semana final habrá nuevas catas de libros, charlas y un análisis del mercado editorial a cargo de Sergio Olguín y Alejandro Katz. Y el Festival Eterno cerrará el viernes a pura fiesta en la terraza, con las canciones de María Ezquiaga. Desde la Fundación Filba, ¿qué esperan haber generado con el certamen? Responde Amalia Sanz: “En la Ciudad, los encuentros vinculados con las letras se instalan como una posibilidad. La literatura y la poesía son instancias de salida, cada vez más. La diversidad del Festival Eterno es un aporte a una movida que se afianza”.
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