La muestra Imagine Van Gogh se presentó por primera vez en La Cathédrale d`Images de Francia en 2008 y llega a la Argentina luego de recorrer diversas capitales del mundo.
La exhibición invita al espectador a sumergirse en 200 obras de Vincent Van Gogh a través de una tecnología de avanzada llamada “imagen total” que fue creada en 1977 por el fotógrafo y cineasta francés Albert Plécy y que luego fue desarrollada por su nieta Annabelle Mauger, una de las creadoras de la exposición que podrá verse en nuestro país.
Plécy no nació precisamente en la era digital ni en la del auge a ultranza de la tecnología de la imagen, sino en 1914. Fue un periodista apasionado, participó de la Segunda Guerra Mundial y, terminada la contienda, fundó su propio periódico, Punto de vista-Imágenes del mundo, cuyo eje fue la fotografía. Pero sus méritos no terminan con la fundación del periódico.
En 1955, se encargó de seleccionar las fotos del tercer libro de Robert Doisneau, el fotógrafo que se consagró con la famosa foto El beso, parte de un proyecto por encargo que pretendía mostrar imágenes espontáneas de París y presentarla como la ciudad del amor. Sin embargo, la foto era posada y cuando se hizo famosa, la participante femenina de la supuesta dupla enamorada lo persiguió con juicios reclamando regalías y, según los descendientes de Doisneau, le arruinó la vida.
Según informan los organizadores, a mediados de la década del ’70 “Albert Plécy invirtió en las gigantescas canteras abandonadas de Baux-de-Provence para crear su Cathédrale d`Images y dos años más tarde inauguró su propia imagen audiovisual en Image Total.
¿Pero en qué consiste la “inmersión” y cuál es su efecto? Consiste en que el espectador quede en medio de imágenes proyectadas sobre enormes velas móviles, el piso y el techo. Estas imágenes se ensamblan con “una banda sonora de acompañamiento” y generan así un espacio artificial que según afirman los organizadores, produce un estado de modificación de la conciencia “al verse rodeado de un entorno audiovisual se produce una percepción de presencia en un mundo no físico.”
“Al seleccionar, las zonas, los ángulos y los tamaños de las imágenes proyectadas –afirman- así como los recorridos del espectador `integrado e inmerso` en la Image Total, Plécy transformó la imagen de un espectador pasivo, sentado mirando las imágenes en una pantalla, en la de un espectador activo inmerso en un mundo de imágenes en el que es absolutamente libre de explorar y evolucionar a su manera.”
Es probable que la experiencia sea muy interesante, aunque el concepto de “espectador pasivo” es cuestionable. ¿Es pasivo quien mira una exposición pictórica? ¿Es pasivo el espectador teatral? ¿Es pasivo el lector que permanece inmóvil con un libro en la mano? Ciertamente no, ya que en ningún caso la pasividad está dada por la inmovilidad del cuerpo. El espectador y el lector tienen una intensa participación tanto en lo que ven como en lo que leen, a tal punto que son ellos quienes no solo completan la obra de arte, sino que le dan sentido. Un cuadro, una obra teatral y un libro no existen hasta alguien los mira y los lee en el sentido más amplio del término. Por eso se habla de las múltiples lecturas que admite un objeto artístico o un libro, porque lo creado por un artista o un escritor puede ser “leído” incluso en un sentido opuesto al que le dio el autor. Desde hace años se sabe que la recepción no es un acto pasivo, sino transformador, lo que no invalida, por supuesto, esta versión tecnológica de Van Gogh ni ninguna otra. Sí es cierto que la muestra parece participar más del carácter de espectáculo visual que de exposición. No por casualidad quien trae Imagine Van Gogh es un empresario del mundo del espectáculo, Daniel Grinbank. El espectador de este espectáculo tiene un recorrido prefijado del mismo modo en que lo tiene cualquier exposición, lo cual no es una limitación, sino una característica intrínseca de todo proyecto artístico.
Ya Cortázar intentó una novela en que el lector pudiera hacer su propio recorrido, Rayuela, pero la libertad era, de todos modos, ilusoria. En un recorrido o en otro, lo único que el lector podía leer era un texto de Cortázar. Esto, por supuesto, no implica ninguna valoración negativa de la novela, pero el lector ya era libre desde antes y habría participado activamente de la novela de Cortázar incluso si él no le propusiera hacer recorridos distintos.
Respecto de esta experiencia inédita en Argentina dice uno de sus creadores, Julien Baron: “Imagine Van Gogh utiliza técnicas avanzadas de proyección y música envolvente, lo que permite al espectador sumergirse profundamente en el corazón de la obra de Van Gogh. 52 proyectores de video de alta definición iluminan veinte pantallas, revelando la arquitectura en el espacio inmersivo. De esta forma el espectador puede deambular entre las imágenes y descubrir nuevas lecturas de las creaciones del lector gracias a la originalidad de su presentación. La música de grandes compositores como Saint Saens, Mozart, Bach y Satie refuerza la experiencia inmersiva y amplía diez veces el espacio emocional de las imágenes.”
Los cuadros que se proyectas provienen de museos como el Orsay de París, la Galería Nacional de Arte de Londres, el Museo Van Gogh de Ámsterdam, el Museo de Arte Moderno y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
La Cathédrale d`Images fundado por Anne y Albert Pléciy fue el lugar que inspiró a Annabelle Mauger para dar nacimiento a la primera muestra en “imagen total” y al que transformó así en una institución admirada en todo el mundo por la producción de exposiciones inmersivas. Junto con Julian Baron, creó desde cero Imagine Van Gogh tratando de ser fiel al espíritu del artista. A la exposición que ahora puede verse en Argentina se sucedieron otras dos; Imagine Picasso e Imagine Monet y un trabajo similar con Leonardo Da Vinci.
Imagine Van Gogh se centra en el período de su obra que abarca de 1888 a1890. A preguntarle a la creadora el porqué de su elección, contestó a los organizadores: “Porque fue en la Provenza donde finalmente (Van Gogh) abrazó el sol y permitió que iluminara sus interpretaciones de la naturaleza, los retratos e incluso las naturalezas muertas. Su paleta de colores explosiona, sus trazos se vuelven vigorosos y su composición, audaz. Desde esta perspectiva, el período Auvers-sur-Oise puede verse como una continuación, abriendo el camino hacia la modernidad y los inicios de la abstracción contemporánea.”
Debido al contexto sanitario, las entradas de Imagine Van Gogh se venden en bloques de media hora con aforo limitado, pero los espectadores pueden permanecer en la muestra todo el tiempo que deseen. Las entradas se adquieren a través de La Rural Ticket y de imagine-vangogh.