La décima espinela es una forma poética antigua escrita en estrofas de diez versos octosílabos con rimas consonantes y organizadas de manera precisa (abba accddc). Fue creada por el español Vicente Espinel en 1591. Con este formato se intentó evangelizar al Nuevo Mundo, y atravesó un proceso por el cual los habitantes de América se la apropiaron y la sumaron a sus músicas vernáculas, logrando un mestizaje único representativo de cada país. Su gran influencia en la poesía y la música popular del continente americano continúa hasta nuestros días y se puede apreciar tanto en los versos de Sor Juana Inés de La Cruz y como en los de Violeta Parra. Incluso cantantes como Joaquín Sabina y Jorge Drexler la utilizan en sus composiciones
El músico y compositor Francisco Huici, creador de la agrupación Aguafuertes, presenta su nuevo trabajo Aguafuertes Decimales-Viajera Continental y espectáculo audiovisual en homenaje a la décima espinela y sucesor de sus anteriores álbumes, Aguafuertes del Abasto (2018) y Aguafuertes fractales-Fragmentos del vidrio (2021).
Huici, saxofonista y guitarrista que formó parte de infinidad de proyectos y agrupaciones de jazz y música latinoamericana, lleva adelante un minucioso y obsesivo trabajo de investigación que se plasma en este nuevo proyecto, del cual participa una gran cantidad de músicos y música y voces femeninas de distintas latitudes: Sandra Peralta de Perú, Amanda Querales de Venezuela, Eli Monteagudo de Cuba y Mel Muñiz de Argentina.
El disco está integrado por un variado repertorio de obras y creadores de distintas procedencias y épocas: “A todo canto de Monte” (Nicomedes Santa Cruz), “No Hay Bien que de Mal me guarde” (Vicente Espinel), “Viajera peninsular” (Jesús Orta Ruiz “Indio Naborí”), “Andarita” (Abelardo Gamarra), “Dime, Vencedor Rapaz”, (Sor Juana Inés de la Cruz), “Mas van pasando los años” (Violeta Parra), “Ñañachai abre un mañana” (Francisco Huici y Sandra Peralta), “Galas de Cuba” (Juan Cristóbal Nápoles Fajardo), “El Cucalambé” (Luis Mina), “Al fin, como todo pasa” (Miguel de Cervantes) y “La cena ya se sirvió” (Violeta Parra).
Huici dialogò con Tiempo sobre el mundo que se le abrió al internarse en las características peculiares de esta forma poética.
– ¿Cómo fue tu acercamiento a la décima espinela?
– Yo venía tocando en JuéMandinga!, un grupo de latin jazz, en el que el cantante era Luis Mina, quien me invitó a un concierto de Los Negros de miércoles en el Bauen. Esta es una agrupación de afro-peruanos que tocan festejos, landós y marineras originarias de ese país. Había un “decimista”, Carlos Andrés Mandros, quien con su voz profunda anunciaba el comienzo del show con una décima, generalmente de Nicomedes Santa Cruz. Yo había ido con mi saxo soprano con la idea de subir para tocar algunos temas como invitado. Y finalmente pasé a integrar de manera oficial la agrupación. A raíz de este encuentro y de mi trabajo con Los Negros de Miércoles, es que se me ocurrió iniciar el proyecto “Aguafuertes del Abasto”, que era el encuentro de la peruanidad con ese barrio, y que me remitía también a mis recuerdos de infancia con mi abuela, que vivía por ahí, en la calle Anchorena. Este proyecto fue la representación de un recorrido imaginario que arranca en el Bar Roma de Anchorena y San Luis, en el que confluía no solo la música, sino que también contaba con proyecciones sobre fachadas e instalaciones sonoras que formaron parte de material audiovisual que acompaña el disco. Esta fue la génesis del proyecto de las Aguafuertes, que tuvo su continuación con fue Aguafuertes fractales-Fragmentos del vidrio de 2021, que es una especie de una suite audiovisual en la que participó una big band con el agregado de bandoneón, cuerdas y percusión. Esta obra se puede ver en YouTube y cada uno puede elegir el recorrido que desea hacer por ella.
– ¿De qué manera lograste hacer confluir tus experiencias anteriores con este nuevo trabajo que encaraste ahora?
– Al ser saxofonista, los pasos obligados son tocar jazz y estudiar los solos de Charlie Parker. Pero también estudié guitarra con Walter Malosetti. Y con este instrumento siempre me atrajo todo lo que tenía que ver con la milonga. Pero no encontraba el punto justo en el que pudiera combinar estos dos instrumentos en una música con la que me pudiera sentir cómodo. Con JuéMandinga! empecé a encontrar el camino por el que me interesaba transitar. Esto me llevó a la búsqueda de todo lo que tuviera que ver con las músicas latinoamericanas que circulaban en Buenos Aires. Si bien uno viajando escucha esas músicas en sus lugares de origen, al descubrirlas acá te das cuenta de que esta ciudad les aporta una identidad propia. No hace falta ir al Mississippi a buscar lo afro, porque lo encontrás a la vuelta de la esquina en lo que surge de manera espontánea en los barrios en los que se afincan estas comunidades o en lo que hacen grupos como Los negros de miércoles, por ejemplo. Y empecé a profundizar más en este mundo sonoro, en el que los límites entre el jazz y lo popular que proviene de lo afro-latino se difuminan. Creo que los elementos se encuentran en la milonga, en el son cubano y en diversas músicas de la región.
– ¿Qué importancia tiene la palabra en la música popular de la región?
– Me di cuenta de la gran importancia que tiene la palabra en la cultura musical de la región. Y es en ese lugar en el que aparece la décima. Presenté un proyecto en Ibermúsicas, lo aprobaron y empecé a profundizar en la décima espinela. Es interesante porque musicalmente es como si la cordillera fuera la columna vertebral que une a todos los géneros latinoamericanos. Comencé a trabajar en las canciones que iban a formar parte del proyecto, haciendo arreglos que remitieran a los tiempos en los que fueron compuestas estas obras, pero dándoles un giro sonoro respetuosamente actual. Y si bien no soy letrista me obligué a escribir una décima por día para sentir que la musicalidad de la palabra nutriera la musicalidad de los arreglos que estaba preparando.
– O sea que el esqueleto que te proponían los versos te generaba inspiración para los arreglos desde lo musical.
– Así es. Trabajé con la magia de la estructura que propone la décima. Son diez versos con rimas de cuatro, con cuatro rimas posibles y estructura fija. Y me propuse trabajar con cuatro elementos y replicarlos en cada instancia de lo que quiero hacer. Mi idea fue usar cuatro cantantes y cuatro elementos orquestales. Además decidí hacer un trabajo audiovisual, tomé cuatro rincones de esta sala (Huici codirige desde 2001 el Espacio Cultural Domus Artis, centro de arte y música independiente del barrio de Villa Urquiza) que representan cuatro Américas posibles, las cuatro voces, los cuatro elementos orquestales, como un quinteto de maderas clásico, las “cuerdas bastardas” (Espinel agregó la sexta cuerda a la vihuela, lo que generó una descendencia de guitarras, tiples, jaranas, charangos, cuatro, tres, y múltiples variantes cordófonas en América), la percusión afro-latina, y la Madre Patria, la palabra, en el rincón andaluz. Jugué también con temáticas como el universo pampeano, una visión de género, la cuestión costumbrista… Todo fue un trabajo casi matemático y obsesivo en el que la décima me brindaba los elementos necesarios para construir un universo creativo. Y, lógicamente, incluir un número de diez temas.
– ¿Cómo seguirá el proyecto Aguafuertes en lo inmediato?
– Para mayo tengo previsto llevar adelante Aguafuertes de Mayo, que presentaremos en Hasta Trilce, y está basado en la orquestación de lo que hacen las guitarras en la payada. Tomé varios ejemplos, entre ellos algunos de Atahualpa Yupanqui, y orquesté nota por nota lo que hacen esas guitarras. También la idea es la de hacer un trabajo audiovisual. Y estoy encarando las Aguafuertes Ladinas. En ella intento hacer una labor similar a la del último trabajo, focalizando en la mixtura del mundo sonoro sefaradí, el flamenco y las Cantigas de Alfonso el Sabio. En este caso contamos con el apoyo del Régimen de Mecenazgo y del INAMU. Y como proyecto a mediano plazo queremos producir para las redes las Aguafuertes del 1900. Es un experimento en el que grabaremos la música en un fonógrafo, inventado por Thomas Alva Edison. Es un desafío técnico inmenso porque es hacer registros sonoros en la forma como se hacía hace un siglo, lo que implica que los instrumentos actuales deberán “adaptarse” a las exigencias que nos proponen estos aparatos tan antiguos.
– ¿Cuál es la reacción del público en los conciertos de las Aguafuertes Decimales?
– Este proyecto tal vez yo lo encaré desde lo estrictamente artístico y musical. Pero creo que se nos fue de las manos, porque lo que se genera en las presentaciones en vivo es algo que va más allá de lo artístico. El público se conecta con lo emocional, con sus raíces y con sus culturas. Cuando nos presentamos en vivo nos vienen a ver muchas personas de países como Perú, Chile, Colombia… Y se sienten tan identificados con el trabajo que hacemos, porque se nos acercan y nos recitan décimas de sus propios países. Tal vez son textos que habían aprendido en las escuelas, o que fueron transmitidos por sus familias o vecinos de sus pueblos. Esto es algo que emociona y que muestra que nuestro trabajo llega a la gente desde lo emotivo pero, también, desde el reconocimiento de las propias raíces de cada pueblo.
Aguafuertes está integrado por Francisco Huici: composición, dirección, guitarras, saxos; Lautaro Merzari: décimas, percusión, jarana; Lorena Edelstein: percusión, décimas; Leandro Cacioni: guitarra; Juan Huici: bajo; Martin Pantyrer: clarinete bajo, saxo barítono; Cecilia Dottore: clarinete bajo, saxo alto; Leonardo Paganini: saxo tenor; Tomás Babjaczuk: batería; Gastón Jalef: percusión; Audio: Gonzalo Ilutovich. Invitados en el disco:Lucho Gonzalez: guitarra; Hubert Reyes: percusión; Luis Mina: voz; Cristina Catsigyanis: flauta; Gilda Lheritier: oboe; Griselda Giannini: clariente; Claudio Bande: corno; Ignacio Massoni: fagot; Vanesa Ruffa: clarinete.
El grupo Aguafuertes, presentará Aguafuertes Decimales-Viajera Continental el viernes 28 de abril en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti (Av. Del Libertador 8151, CABA), con entrada libre y gratuita.