Lo imposible, eso que desafía las leyes de lo real, cobra cuerpo en las manos de Alfredo “el pelado” Segatori para volverse mural. En San Francisco (Córdoba), la famosa frase “el día que las vacas vuelen” dejó de hacer referencia a un evento extraordinario para volverse parte del paisaje urbano. Sobre los altos silos de la ciudad, en una superficie de 40 metros de largo por 30 de ancho, cuatro simpáticas vacas, con distintos atributos (un par de anteojos, un chicle rosa, unos auriculares y un sombrero), se alimentan en manada mientras una de ellas vuela por encima de un cielo completamente despejado. “La vaca que se fue volando”, denominó Segatori a esta obra para mostrar que lo importante es la excepción y no la regla.
En 1892, seis años después de la fundación de la ciudad de San Francisco, se construye el Molino Meteoro en la esquina céntrica de 25 de Mayo y Buenos Aires. Desde entonces, los silos forman parte del paisaje de la ciudad. En esas torres locales se llegó a elaborar trigo con un alto nivel de productividad. Y si bien la empresa sigue funcionando en la actualidad, lo cierto es que el mantenimiento de los silos como parte del paisaje despertó críticas y polémica entre los habitantes. A través del programa “las paredes hablan”, que involucra obras de artistas locales, provinciales y nacionales, la Secretaría de Cultura de San Francisco logró poner fin a la discusión y dotar de un valor agregado a esas torres que ya son una marca registrada del centro urbano. Para esto, convocaron al pintor Segatori, muralista del asfalto con larga trayectoria y obras emblemáticas como “El regreso de Quinquela”, el mural más grande del mundo hecho por un solo pintor, y “San Diego de la Boca”, un homenaje a Maradona luego de su muerte. En diálogo con Télam, contó que «surgió esta idea de la vaca que se fue volando espontáneamente. Cuando mandé la idea de boceto y el presupuesto, gustó». Después, se sumaron otros elementos al dibujo inicial, «como el mate de ‘Panda pandemial’ -una obra anterior del pintor, ubicada sobre Avenida Nazca 2725 de Villa del Parque, en un edificio de 10 pisos de la constructora Nocito-, un sombrero a una de las vacas, anteojos y un chicle globo a otra de ellas, y la estrella, que es la que se va volando», dijo el artista.
Con la presencia de la vaca con sombrero, la obra continua la historia de “Juanita”, un personaje que ya forma parte del universo de Segatori. En 2017, el autor presentó en el Centro Cultural Recoleta “La vaca Juanita radiactiva que se escapó de la Rural”, una escultura de una vaca en patineta que hizo en base a elementos de reciclaje, cuando encontró un ensamblaje que había sido usado con anterioridad en publicidad. «La historia empezó cuando estaba pintando «El desarmadero» (un mural trash, realizado literalmente con basura, con material reciclado). En la Cooperativa Los Ceibos apareció una vaca de estas que usan en publicidad, medio destrozada, estaba la estructura, la agarré de los restos y aproveché la base medio resinada y la restauramos; no tenía orejas, no tenía nada, y la puse en una patineta sobre ruedas», contó sobre la composición de Juanita. Es que además de realizar muralismo con técnica de aerosol a mano alzada –free hand-, Segatori confecciona obras con chatarra, hace “arte cartonero”, como él mismo lo denomina. Se vale de “los restos” de la sociedad, para mostrar la otra cara de la vorágine del consumo; una forma de concientización y aporte al cuidado ambiental. En esta línea se inscriben obras como «El viejo» del bar Desarmadero, «Chatarra Zen», «Tecno Rasta y Chino Milenario» y “Mundo Cuadrado, Mundo Compactado”, que presentó en el 2018 en la feria de Arte Contemporáneo Argentina en el Hipódromo de Palermo.
Desde hace algunos años, Segatori viene trabajando en la serie “Exabrupto de Color”, que dialoga con conceptos del expresionismo abstracto como la improvisación total, la mancha o el gesto de sacudir el gris de las paredes de la ciudad de manera brusca y repentina. Las primeras obras de esta serie fueron los Silos Agrecon, la Limurock de Charly García – un trabajo que realizó en homenaje al músico y expuso en la feria de arte BADA- y la intervención performática sobre la icónica obra de Mario Irarrazabal “Los Dedos” de Punta del Este. «La línea de exabrupto de color tiene más que ver con esta época, esta necesidad, llegando a la mitad de la vida, de hacer algo totalmente libre, porque con lo figurativo se complica ya que hay que consensuar imágenes con la gente», explicó el artista a Télam. En ese camino continuará, adelantó Segatori, la historia de Juanita. En una muestra que próximamente verá la luz en una galería, el personaje reaparecerá como un exabrupto a todo color: una nueva cara del universo que ya viene explorando el autor.
Este año, Segatori volverá a participar en la feria Bada, que tendrá lugar a fines de este mes. Pero además, entre todos sus proyectos, anidan algunas fantasías. El muralista de la City Porteña sueña con hacer estallar a colores, en un exabrupto de pintor, nuestro monumento más icónico: el Obelisco. Ni fanáticos ni escépticos pueden negarlo, ya quedó demostrado: el autor del mural más grande del mundo sabe cómo lograr lo que parece imposible.