Acaba de publicar Círculo de lectores, un libro renuente a toda solemnidad literaria. Juguetón, muy imaginativo y de fresco espíritu cortazariano, lleva hasta el extremo todas las afirmaciones referidas al lector como creador. Serios y amargados, abstenerse.
–Círculo de lectores es lúdico, con espíritu cortazariano. ¿Era uno de tus objetivos proponerle al lector un juego?
-No tenía lo lúdico como objetivo, sino como modo, como método. Tengo otros libros con elementos lúdicos. Pienso, por ejemplo, en varios microcuentos de La vida imposible y en el espíritu que anima a Por. Círculo de Lectores no es un libro que busque solo divertir al lector, pero yo me divertí mucho escribiéndolo y me pareció que lo lúdico era importante por varias razones.
-¿Cuáles?
-Por un lado, le rinde homenaje a la lectura creativa. El vínculo entre el libro y el lector es un vínculo de juego y me pareció que lo lúdico funcionaba bien para hablar de la lectura y para hablar de una lectura con juego en la que el lector juega con el libro y se la juega como lector. Por otra parte, siendo un libro que le rinde homenaje a la lectura, no podía darles la espalda a los lectores. Entonces traté de jugármela con ciertas formas, pero a través del camino de lo lúdico, que me parece que es más amable con el lector, que lo excluye menos. De todo esto, como sucede siempre, me di cuenta cuando estaba en el medio del camino. Lo primero fue que me estaba divirtiendo mucho. Por momentos, me divertía con las ideas de partida, con los casos de tipo de lectores y, por momentos con las formas, con las estructuras o con las estrategias de reescritura. Creo que en este libro la recreación es un concepto clave porque tiene lo lúdico, pero tiene también la recreación que, al fin y al cabo es lo que hace un lector, recrear.
–Es un libro extremista porque lleva al extremo la afirmación de que el libro se completa con el lector, ¿En este sentido, lo considerás un libro radical?
-Absolutamente. Hay una radicalización, una exageración, una hipérbole, por momentos una patología casi freak sobre ideas repetidas como que no hay lector pasivo o que los lectores de cierto tipo de literatura terminamos formando clanes. Estas ideas están llevadas al extremo cercano al caso curioso, bizarro, casi clínico. El juego suaviza un poco los bordes, los filos de ese extremismo.
–La forma paródica que usas para hablar de literatura en tono periodístico da cuenta del escaso lugar que tiene no sé si decirte en la realidad o en el periodismo.
-Sí, lo mismo pasa con la grilla televisiva. Ambas cosas pertenecen a un país imaginario en el que los libros ocupan un lugar monstruoso, el lugar que en la Argentina ocupan el fútbol o la política. Cada país tiene sus temas, pero es verdad que los libros no ocupan ese lugar, lo que hace la vida de los escritores muy tranquila. En Círculo de Escritores, por el contrario, todo está enfermo de libros y por ese exceso de presencia literaria, se ve su ausencia fuera de ese mundo.
-Es el libro de un lector apasionado, pero no hace campaña a favor de la lectura.
-Hay un elogio de la lectura que se hace desde ciertos canales oficiales con las mejores intenciones, pero que está muy cerca de la moralina o de una fórmula mágica de la que yo desconfío profundamente. “Leé –se dice- que vas a ser mejor persona”. Pero los nazis leían muchísimo. No ironizo sobre esas buenas razones. Hay muchas cosas que nos puede dar la lectura, pero no es esa la única razón por la que se lee. Por suerte hay muchas más que son más complejas, más ricas y más misteriosas y creo que está bueno darle al lector el lugar para que descubra cuáles son sus propias razones y que esas razones puedan ser tan singulares y bizarras como quiera o como pueda. Círculo de lectores va más por ese lado y desconfía de todo lo que sean recetas o métodos. De hecho aparecen unas instrucciones y un método para ser lector que van en contra de todas esas prescripciones tan simplistas que pueden encerrar alguna verdad, pero que así simplificadas son muy pobres. Por eso trabajé con formas que no tienen gran prestigio literario: las noticias periodísticas, las instrucciones, los manuales, la grilla de un canal de televisión, la fe de erratas o el cartel del oculista. Me pareció interesante hacer un elogio lúdico, no moral de la lectura, pero no a través de las formas que tienen un pedigrí literario y todas las medallas conquistadas.
–También reformulas frases hechas: “dime cómo lees y te diré cómo viajas”.
-Sí, lo que hice también fue tomar algunos lugares comunes que circulan en torno a la lectura y sacudirlos. Como lector me gustan los escritores que sacuden los lugares comunes. Esto no significa darles la espalda, porque el lugar común es lo que hace que nos entandamos. Pero me parece que hay formas de metaforizarlos, que no tienen por qué ser, a la vez, lugares comunes.
–Las instrucciones de tu libro remiten a Cortázar, a Instrucciones para subir una escalera.
-Sí, también trabajé con Continuidad de los parques. Esos son mis dos homenajes a Cortázar en el libro. Es un cuento que habla de la lectura. Trabajándolo, reescribiéndolo y reduciéndolo, me di cuenta de que ese lector que muere, muere porque quizá está demasiado cómodo en ese sillón, demasiado pasivo.
–El libro también es muy oulipiano, tanto en lo que se refiere al juego como a ciertos elementos como la lista o catálago de lectores, formas que tanto le gustaban a Perec.
-Es que son dos tradiciones muy cercanas. Cortázar estuvo aun milímetro de ser oulipiano.
-No sabía.
-Sí, fue invitado a una reunión del grupo. George Perec, Ítalo Calvino, Harry Mathews y Jacques Roubaud eran muy fanáticos de su literatura y muy fanáticos de Rayuela. Él dijo que iba. Todos lo estaban esperando para preguntarle si quería unirse al grupo, pero no fue. Un escritor del grupo, Jacques Jouet, que es de una generación más joven que todos ellos, escribió un texto que es una carta imaginaria de Cortázar en la que trata de explicar por qué no fue. Esto lo supe después de entrar al grupo.
-Otro rasgo de Círculo de lectores, que no sé si es muy frecuente en la literatura argentina.
-No en toda la literatura argentina hay humor, pero sí hay una tradición de humor, una línea, si empezamos con Macedonio y avanzamos hasta Aira. Además hemos recibido a autores como Gombrowicz, Gómez de la Serna o Virgilio Piñera que pasaron por la Argentina y hubo con ellos un ida y vuelta entre el humor que ellos traían y el que circulaba acá. Bioy y Borges tienen un humor más intelectual, pero también hay en ellos humor. Recuerdo que para mí leer a Cortázar cuando era bastante chico fue como una bocanada de aire fresco. Años más tarde tuve la misma sensación cuando leí los Ejercicios de estilo de Queneau, las Greguerías de Gómez de la Serna o los cuentos de Alphonse Alllais. Creo que me interesó escribir gracias a ellos.
-En el libro hay también homenajes, algunos más explícitos que otros. Cortázar es uno de los homenajeados, otro es Stephen Dixon.
-Sí, también hay otros homenajes, por ejemplo, al escritor húngaro Dezsö Kosztolányi que es el autor de un cuento maravilloso, El traductor cleptómano.
–Suele decirse que en la novela caben todos los discursos. El ejemplo paradigmático es Moby Dick.Pero tu libro no es una novela y, sin embargo, convergen en él discursos diversos.
-Me encanta que lo digas, porque siempre estoy pensando en torno a eso. En la novela hay toda una tradición de romper sus formas y hay novelas que nos hacen preguntarnos como lectores “¿pero esto es una novela?” No digo que no ocurra lo mismo con el cuento, pero me temo que ocurre menos y que hay una tradición de decálogos sobre cómo debe ser un cuento. En cambio, no hay decálogos referidos a la novela. A la vez, hay muy pocos cuentos que me hagan preguntarme como lector “¿pero esto es un libro de cuentos?” Tal vez en mi libro haya algo de eso, no como un programa teórico, sino como un camino casi natural. Incluso hay imágenes, tapas de libros devaluados como, por ejemplo, 20 años de soledad. Son montajes que hizo Dorothée Billiard. Hago lo contrario de Pablo Katchadjian que engordó un texto de Borges.
–Y sus buenos problema legales le costó.
-Por eso, yo los adelgazo. «
Biblioteca breve
Cuento en forma de noticia
(AFP) El escritor argentino Eduardo Berti ha escrito y publicado un relato muy breve, titulado “Cuento en forma de noticia”, integrante de un conjunto de relatos que, a diferencia del ya citado relato, no fueron escritos empleando la forma de una noticia periodística, ha anunciado hoy la editorial que acaba de publicar el ya citado relato junto con los otros relatos mencionados.
Cuento clasificado 1
Persona busca cuento pref.realista / exp. prev. pers. sec. novela / buenas ref. / escrit.noveles abstenerse.
Cuento clasificado 2
Hist.promet. 130 págs., tbién posi. adpt. guión de cine, busca jov. lect. Pref. mujeres y sin grand, exig. para relac. seria y prolong. –vanguard. y amantes bestsell. abst.
Cuento histórico
La historia de un conocido personaje histórico que se convierte tras su muerte en el personaje de un cuento donde aparece vivo y actúa sin sospechar que un día se volverá personaje de un cuento.
Cuento en forma de telegrama
Basta cuentos forma espistolar. Stop. Ya trillado. Stop. Y es largo para microficción. Stop. Mejor telegrama.
De la sección “Biblioteca breve” de Círculo de Lectores (Páginas de Espuma), Eduardo Berti.
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