Es un libro que incomoda y cuestiona un montón de valores morales que están instalados en la sociedad.
“Lo primero que quiero destacar, es que el libro está muy bien escrito”, aseguró Evangelina Caravaca, socióloga e investigadora del CONICET. Siguió relatando que “esto que digo es muy importante, porque te atrapa desde el principio, se nota que fue muy trabajado”, agregó.
Hay algo en el texto, “calculo que tiene que ver con el ojo cinematográfico del autor en captar y atrapar la atención de las y los lectores”, opinó la académica. “Cuando empecé a leerlo no me pude desprender hasta terminarlo, es un gran mérito del libro”, aseguró.
César es un poeta y el libro “tiene muchas marcas de eso, es un texto muy pulido, que no tiene golpes bajos, creo que tiene algo completamente reflexivo que esquiva esos lugares comunes, si los tuviera no sería ningún problema porque todos habitamos lugares comunes, son necesarios, porque es el mundo social; sin embargo, los evita”, describió la socióloga, en relación a su lectura.
Tiene capítulos “cortos con buenos títulos, algunos son metafóricos y otros súper literales”, explicó Evangelina. Además, considera que eso es lo “que te atrapa, tienen un componente interno muy importante”, remarcó.
Al leerlo rápidamente da cuenta de que “tiene una primera persona, que, si bien es una autobiografía, es un texto autorreferencial, no hay un nombre de ese personaje, de su narrador que se está contando asimismo, porque tiene una distancia temporal. Es una obra muy importante, para las personas que estudiamos la violencia, porque describe la cotidianidad que se vive en la villa”, desmenuzó la académica.
“Estoy muy contento, porque se está haciendo la tercera impresión en menos de dos meses”, celebró César González, autor del libro. También contó que durante los últimos días “un periodista me entrevistó y me preguntó, con mucho respeto, si no me parece que el libro hace apología al delito”.
Obviamente que el autor le contestó: “Le dije, si es apología es apología de la verdad, porque estoy contando lo que realmente me pasó, una etapa de mi vida que lamentablemente fue así. También le explicó que apología es lo que hace Victoria Villarruel, electa vicepresidenta de la nación”, aseguró González.
“Además, un libro siempre tiene que ver con la cuestión legal, el arte en sí, siempre tuvo que vérselas con la cuestión moral, por eso hubo libros prohibidos, escritoras y escritores desaparecidos”, enfatizó el autor. Por eso, “para mí resulta hasta un halago que este libro haya generado tanto impacto sobre si es apología o no”, señaló.
También que la misma editorial “haya tenido que hacerlo leer por un abogado para saber si es apología antes de que salga a la venta, para evitar futuros problemas”, explicó González. La mayoría de los nombres “de los personajes del libro son reales, esos son mis amigos, cambié solo dos nombres porque los pibes están presos”, agregó.
Hay dos formas de hablar del delito, “una es desde el arrepentimiento y la otra es desde el arrepentimiento al cuadrado, no hay muchas opciones”, opinó el autor.
Tuvo muchas charlas con sus amigos que están en el libro sobre este tema, “porque ellos no tienen la misma visión que tengo yo sobre por qué cometimos delitos”, sostuvo González. Además, agregó que le puso a su libro “El Niño Resentido” por cómo “se iba callando el resentimiento en mí e iba creciendo cada vez más”.
“Me recomendaron este libro y lo leí, sentí que tiene algo, comparto con lo que dijo Evangelina, porque es una fotografía de la feroz desigualdad social encarnada en un pibe chorro y ayuda a comprender a las juventudes y los territorios durante los ’90”, explicó Malvina Silba, docente e investigadora del CONICET. Además, apuntó que considera “que lo más potente del libro, es justamente, reconstruir esa fotografía”.
También dijo se quedó con una imagen, “que es cuando César habla de los saqueos ocurridos en 2001, en cómo él expresa que fue la primera vez que hubo abundancia en la mesa de su casa, eso para mí es desgarrador y muy valiente de su parte en contarlo”, valoró la académica. Lo dice porque para ella significa “pararse ante la otra cara de los saqueos y comprender lo que pasó con las personas que fueron a saquear porque realmente no tenían nada para comer, no hay metáfora en eso”, aseveró la investigadora.
“Considero que es un libro atrevido -lo dice- en el mejor sentido de la palabra, porque quiere desafiar, incomodar y cuestionar un montón de valores morales”, señaló Malvina. Además, el texto “nos interpela a nosotros y a la academia, también a todos los que quieren pensar en cómo la sociedad se volvió tan injusta e individualista, la obra tiene muchos aspectos más para destacar”, finalizó la académica.
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