Las dos jornadas de trabajo que tendrán como eje la noción de patrimonio reunirán a tejedoras de San Juan, Jujuy, Formosa y Misiones junto a las de Santiago del Estero. El encuentro contará, además, con prestigiosos invitados e invitadas nacionales e internacionales.
En la edición anterior el concepto de patrimonio estuvo referido a los meteroritos de Campo del Cielo, en la provincia del Chaco.
La licenciada en Artes Luciana Delfabro, que integra la Secretaría de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación desde la Coordinación de Investigación Cultural, dialogó con Tiempo Argentino sobre las implicancias de la noción de patrimonio y el valor real y metafórico que tiene el trabajo de tejido artesanal, un saber que desde hace siglos pasa de generación en generación.
-¿Qué debemos entender por patrimonio?¿Por qué la noción de patrimonio es política?
-El patrimonio son asignaciones colectivas de un valor sobre determinados bienes. Se establece un consenso acerca de qué cosas tienen un valor identitario y cultural para una comunidad específica de personas. A partir de esto, comenzamos a trabajar con el lema “los patrimonios son políticos” para establecer qué es patrimonio y cuál es su relación con las políticas de Estado. Estas políticas tienen que ver con la inclusión de culturas diferentes y variadas que tenemos dentro de nuestro país. Si nos limitáramos a decir que el patrimonio está integrado por los edificios históricos, los monumentos y los museos, estaríamos negando muchísimos bienes comunes que hacen a la identidad de muchas personas que habitan el país. Este proyecto que llamamos Los patrimonios son políticos nos permite establecer que el patrimonio es una construcción colectiva. En nuestro país hay muchos bienes más allá de los que están instituidos y que mencioné antes. Me refiero, por ejemplo, a los textiles o los meteoritos.
-¿En qué sentido los meteoritos son un patrimonio?
-Los meteoritos son testimonios del origen del universo. Esas piedras que han caído del cielo tienen mucha información sobre la conformación de la Tierra. Y son un bien cultural no solo para los argentinos, sino para todo el mundo, porque son objetos que guardan la memoria de acontecimientos muy lejanos en el tiempo, acontecimientos que nos anteceden. Además, tienen valor por la relación con las comunidades que habitan en los lugares cercanos a donde caen, por ejemplo, con la comunidad mocoví de Chaco. Nosotros trabajamos con lo que los meteoritos representan para esta comunidad y ese trabajo excede el tema específico de los meteoritos. Es un mapeo cultural de las tradiciones y de la cosmovisión de las comunidades, en este caso, de la comunidad mocoví cercana a Campo del Cielo. El espacio de dispersión de meteoritos de Campo del Cielo involucra también a la provincia vecina, Santiago del Estero, por lo que también esta provincia tiene estos bienes en custodia.
-¿En qué lugares se desarrollaron las dos ediciones anteriores?
-La primera fue virtual porque se realizó durante la pandemia. Fue una acción de pensamiento colectivo y la organizó el Museo Terry, uno de los museos nacionales que tiene sede en Tilcara. Lo que se propuso fue pensar el patrimonio cultural en clave de género, porque el patrimonio, como su nombre masculino lo indica, debe deconstruirse y penarse desde otra perspectiva. Si no lo hacemos, volvemos a la historias contada por los héroes, por los monumento, y de esa forma se pierden muchas otras cosas. En la segunda edición nos propusimos trabajar en Chaco macomunadamente con Santiago del Estero porque con esas dos provincias estamos elaborando la declaratoria patrimonial de Campo del Cielo y la ley nacional de protección de meteoritos, dado que son bienes muy pasibles de sufrir el tráfico ilícito y necesitan una ley nacional que los proteja e impida que salgan del país de manera ilegal. Este año estamos en Santiago y sumamos una manifestación cultural imprescindible para esta provincia como son los textiles.
-¿Los textiles son patrimonio de los pueblos originarios?
-Los textiles son parte de una memoria social y, si bien tienen que ver con los pueblos originarios, también representan la mixtura que hubo después de la colonización. Las tramas se fueron influenciando con motivos que no eran los propios de nuestro territorio. Los tejidos tienen representaciones del entorno, ya se trate del monte, la selva o el lugar en que se hagan. Tanto en los tejidos como en los meteoritos vamos de lo particular a lo general para poder pensar el patrimonio en una dimensión más amplia. La vida del monte, la vida en general está atravesando una crisis profunda. Los textiles tienen la memoria de muchísimos años, las tejedoras los vienen haciendo de generación en generación. Arman tramas para sostenerse, para seguir adelante, para trabajar colaborativamente. La vida del monte y la de ellas como parte de ese entorno están en peligro y eso afecta simbólicamente a esos tejidos que ilustran el paisaje. El paisaje devastado comienza a impactar en esas representaciones del entorno. Es muy importante pensar esto desde la gestión del patrimonio, porque de qué sirve conservar un textil, una alfombra, una manta, si las mujeres que hacen estas artesanías están afectadas, perjudicadas en su modo de vivir y de habitar porque están en crisis los recursos naturales de su entorno por razones ajenas a ellas.
-¿En qué consiste el encuentro que va a tener lugar hoy y mañana?
-Como todos los que hemos tenido, es un encuentro multidisciplinario, en el que se van a cruzar diversos saberes. Se van a organizar mesas, talleres, charlas, foros que hablen no solo del textil, sino de varias cosas. En la apertura vamos a tener a las autoridades de las entidades organizadoras. Va a estar Valeria González, nuestra secretaria de Patrimonio Cultural; el presidente del Instituto de Cultura del Chaco, Francisco Romero; el subsecretario de Cultura de Santiago del Estero, Juan Leguizamón; y Cristina Campitelli, directora del Centro Cultural del Bicentenario, que es el lugar en el que se va realizar el encuentro. Una de las charlas fundamentales de apertura va a estar a cargo de Elvira Espejo, artista tejedora y escritora boliviana que nos acompañó en todas las ediciones y que en su trabajo de directora del Museo Nacional de Etnografía y Folklore de la Paz, Bolivia, ha realizado una verdadera revolución en la gestión patrimonial. En su doble condición de artesana y gestora ha podido realizar lo que tanto buscamos que es no establecer taxonomías, no dividir lo académico de lo artesanal, sino armar cruces en los que se puedan enriquecer todos los campos de conocimiento. Van a participar mujeres tejedoras, hiladoras y cesteras de varias provincias. Muchas de ellas vienen de distintas localidades de Santiago del Estero pero también de San Juan, de Jujuy, de Catamarca, de Misiones. La idea es que puedan intercambiar no solo técnicas, sino experiencias en un sentido amplio. Por otra parte, hay también un cruce con la literatura. Van a estar en este encuentro Mariano Quirós, I Acevedo, Sergio Raimondi y Gabriela Yauzá que es de Santiago del Estero. Van a tener una mesa que se llama Escrituras personales para intervenir presentes colectivos. El año pasado estuvieron Selva Almada y Rafael Spregelburd y lo que se echa a rodar a partir de estos encuentros es realmente muy productivo.
-¿Quiénes se dedican al tejido y a la cestería son exclusivamente mujeres?
-Tradicionalmente tejían más los hombres que las mujeres. Ellas se encargaban de las tareas menores como la puesta a punto de la materia prima, pero a lo largo del tiempo eso ha ido cambiando y hoy mayoritariamente son las mujeres las que se encargan de los tejidos.
-¿Y a qué se debió el cambio?
-A transformaciones como la merma de la población indígena.
-¿Estos trabajos son fuentes de subsistencia para las mujeres que los realizan?
-Sí, absolutamente, y hay mucho que hacer en ese plano porque al trabajo de producción se suma el de comercialización que es complejo. El Ministerio de Cultura trabaja en diversos sentidos en este tema. Desde Patrimonio trabajamos en la valoración simbólica de estas artesanías que luego debe condecirse con la valoración económica. Desde las áreas de Industrias Culturales se abordan esas otras tareas que están más allá de la producción y que tienen que ver con que ese tipo de trabajo pueda ser una fuente de subsistencia.
–Muchas de esas artesanías se compraban o se siguen comprando por muy poco y se venden muy caras en Buenos Aires, es decir que no ganan quienes las realizan, sino quienes las comercializan.
-Sí, y no solo en Buenos Aires, sino también dentro de la provincia. Muchas de estas mujeres viven en lugares alejados y en muchas ocasiones han tenido que salir a la ruta a vender por muy poco lo que después se revende a un precio muy alto. Hay mucho que hacer para fortalecer esas mediaciones con conceptos que no sean desventajosos para las artesanas.
-¿La tienda Matria ubicada en el Centro Cultural Borges donde se exponen y venden este tipo de artesanía responde también a esta necesidad?
-Sí. Justamente, dentro de nuestras invitadas está Roxana Amarilla, directora del programa Matria, que va a tener una mañana de trabajo en relación con este tema. Cuanto más cuidadas sean las mediaciones, mejor va a ser el resultado de la cadena que culmina cuando un producto es vendido a un precio justo.
-¿Las mujeres se reúnen para tejer?
-Sí, siempre y pasan muchas cosas en esas rondas y se conversa de muchos temas. Nosotros tenemos una mesa que se llama Hilando lenguas que está a cargo de la Universidad Nacional de Santiago del Estero en la que se trabaja con la vinculación de la lengua quichua con el tejido. Esas rondas son también un espacio de preservación de la lengua porque estas mujeres tejedoras hablan en quichua. Por otra parte, Elvira Espejo señala que el tejido es también un sistema de notación. Lo que se ve como ornamento tiene que ver con un elemento que se está contabilizando. El tejido es una trama que anota, que registra, que contabiliza. Y ni hablar del abrigo que proporciona.
-Las mujeres aún seguimos teniendo el rol de abrigar y cuidar.
– Claro. El textil en sí tiene un valor enorme, pero en él, además, están todas las metáforas del cuidado, del abrigo, el entramado entre las mujeres…Todos estos son significantes que nos permiten pensar más allá del textil. Entre los invitados internacionales está Ailton Krenak, un referente indígena de Brasil que está pensando el tema de las personas en sus entornos, como seres ecológicos. El tema del cuidado no consiste solo en tener un bien y cuidarlo, sino que es un tema mucho más amplio. El patrimonio no es solo algo material. Hay otra manera de concebir el mundo, otras cosmovisiones. Lo que hay que cuidar no son espacios delimitados, sino la totalidad del planeta. Hay que respetar, además, la forma de habitar de cada persona. Krenak se dedica a pensar todos estos temas. El trabajo de las mujeres tejedoras es realmente iluminador y nosotros trabajamos para seguir contribuyendo a la valoración simbólica no solo por su belleza, sino también por todas estas metáforas que nos llevan a pensarnos de otra manera y que hacen a uno de los objetivos de “Los patrimonios son políticos”. Nos interesa mucho mostrar el trabajo de personas como Elvira Espejo y Ailton Krenak que desde el punto de vista de la cultura están haciendo un aporte muy político y muy propositivo. Está muy bien trabajar el presente y sus complejidades, pero también es necesario crear otras maneras de pensar el futuro para salir de las crisis tan profundas que atravesamos como planeta.