La marea feminista que se extiende en todo el mundo repercute de una manera inesperada en Estados Unidos, donde tres mujeres del Partido Demócrata atraen los focos por sus posturas más a la izquierda de lo que se acostumbra por esos rincones de la tierra. Precisamente esa mirada sobre el país y el mundo generó fuertes acusaciones de antisemitismo y cruces en las redes sobre la influencia de los grupos de presión de la derecha israelí en la política estadounidense en general.
Las abanderadas de esta revolución política son dos mujeres musulmanas, Ilhan Omar y Rashida Tlaib, y una hispana, Alexandria Ocasio-Cortez. Tratando de poner paños fríos a la controversia aparece la jefa de la bancada demócrata en la Cámara Baja, Nancy Pelosi. Este jueves, como parte de la ofensiva contra estas damas incómodas para el establishment, los legisladores aprobaron, por 407 votos a favor y 23 en contra, una resolución que condena toda forma de odio, racismo, intolerancia, el racismo, el antisemitismo y la islamofobia.
Omar y Tlaib son las primeras musulmanas en ocupar una banca en el Congreso nacional. Tlaib nació en Detroit, Michigan, en el seno de una familia palestina. Omar nació en Mogadiscio, Somalia, y emigró con su familia cuando tenía 12 años, luego de pasar parte de su infancia en un centro de refugiados en Kenya. Tras ganar su curul por Minnesota, logró que se cambiara una norma de más de 180 años que prohibía llevar la cabeza cubierta en el recinto. Ella luce, orgullosa, su hiyab.
Tlaib apoya y promueve acciones de BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) un movimiento nacido en 2005 que pretende aplicar el mismo tipo de medidas que EE UU aplica contra Venezuela, Rusia, Irán y Corea del Norte para forzar a que Israel se retire de los territorios ocupados y se pueda constituir el Estado Palestino. En enero pasado, el ultraderechista Marco Rubio presentó un proyecto de ley que avanza desde el Senado para castigar a las empresas locales que se nieguen a comerciar con Israel alegando su compromiso con el BDS.
Las aguas del Parlamento habían comenzado a removerse hace algunas semanas, luego de que Omar retuiteó un comentario del periodista Glenn Greenwald, que saltó a la fama por haber entrevistado al analista de la agencia NSA Edward Snowden, que reveló el sistema de espionaje electrónico de los organismos estadounidenses.
Greenwald acusó al líder republicano en la cámara, Kevin McCarthy, de usar las redes para desplegar su odio contra ambas mujeres por sus críticas a Israel. Omar refritó una frase de un viejo tema del rapero Puff Daddy: «Todo es por los Banjamines, baby». La referencia de Daddy, que no ignora Omar, es a Benjamín Franklin, presente en los billetes de cien dólares.
Cuando alguien le pidió precisiones, la somalí-estadounidense simplemente puso: «AIPAC», que es la sigla en inglés para Comité de Asuntos Públicos Estadounidense Israelí, un poderoso e influyente lobby afín a la derecha de ambas naciones. El texto fue calificado de antisemita y despertó la ira tanto del presidente Donald Trump como de los republicanos, que llegaron a pedir que la expulsaran, como también de muchos demócratas del ala más conservadora del partido.
El caso creció hasta que Pelosi, que no es tonta, le pidió a Omar que se rectificara, cosa que la mujer, de 37 años, hizo de inmediato. Alegó que había cometido un error en utilizar un lenguaje que podría ser malinterpretado, pero también reclamó el mismo derecho a que respeten su vestimenta y su fe religiosa.
Por esos días, protagonizó un encontronazo con Elliot Abrams, convocado a dar explicaciones sobre la política del gobierno de Trump sobre Venezuela. Acusó al viejo diplomático de haber encubierto en los ’80 la masacre de El Mozote, en el Salvador, y lo apuró para que dijera si haría algo similar en el país caribeño.
Ante la presión creciente de los medios y de los líderes bipartidistas, Pelosi optó esta semana por llevar a debate la resolución por la tolerancia, que no menciona ni a Omar ni a Tlaib pero que incluye como acto reprochable la islamofobia y todo tipo de actitudes racistas. «
En defensa de Ilhan y Rashida
Tanto Ilhan Omar como Rashida Tlaib intentaron explicar que lo de ellas no es antisemitismo, sino cuestionamiento a las políticas del gobierno de Israel. En su defensa, Alexandria Ocasio-Cortez escribió: «¿Dónde está la indignación por los 23 miembros del Partido Republicano que votaron NO sobre una resolución que condenaba la intolerancia hoy? ¿No hay ninguno? ¿Se los llamó, se los rastreó, los emboscaron en los pasillos y les preguntaron implacablemente por qué no? ¿No? Bien. Entiendo».
El autoproclamado candidato a la presidencia Bernie Sanders, consideró que las críticas de las dos mujeres «son justas» y apuntan al gobierno derechista de Benjamin Netanyahu.
El rabino ultraortodoxo Yisroel Dovid Weiss, de la organización «Judíos Unidos contra el sionismo», también salió en apoyo de Omar y Tlaib. «No hay absolutamente nada de antisemita en expresar el papel nocivo del AIPAC, que gasta millones cada año para comprar el apoyo político de los Estados Unidos a la agresión y el militarismo israelíes contra el pueblo palestino.»